La Sentencia.

Hay que ir adelante, avanzar. Cuando te encuentres un traidor llámale traidor. Cuando te encuentres un ladrón, llámale ladrón. Cuando te encuentres un cobarde, llámale cobarde. Siempre adelante, hasta encontrar el sepulcro del hombre que nos va a rescatar en los luceros. Miguel de Unamuno.

lunes, 30 de septiembre de 2019

El orden de factores a veces sí influye.

Había una mujer joven que estaba entrevistando a posibles pretendientes. Al no haber leído esta columna regularmente, su único requisito previo en una pareja era que tuviera mucho dinero.
Un caballero comentó que su riqueza consistía en 40 acres de tierra. La joven se burló, "Eso no es ni un rancho. ¿Dónde está "ubicado"?
A lo que el magnate respondió con acento: "En el centro de la ciudad de Dallas".

Desde luego que abrir la boca antes de tiempo puede ser un grave error, asimismo lo puede ser el mantenerla cerrada no aprovechando la ocasión. Se trata de algo parecido al juego de feria donde uno ha de disparar al patito que se mueve por la galería. Hay que tirar justo en el momento, ni antes ni después.

A finales del siglo XIX, una mujer joven decidió buscar marido. No era mal parecida, pero mentalmente había establecido que el principal y fundamental requisito era que su pretendiente tuviera mucho dinero pues no deseaba trabajar ni pasar agobios financieros el resto de su vida.

Para agilizar el proceso, puso un anuncio en el periódico y concertó una serie de entrevistas. Tras varias de ellas y que la fueron decepcionando, llegó un caballero, agraciado y relativamente joven, cuando éste fue interrogado acerca de su riqueza, comentó que ésta consistía en 40 acres de tierra, que vendrían a ser 161.874 m2. La joven se burló diciendo que eso no llegaba para ni un rancho, que dónde estaba ubicada esa nimiedad. 

A lo que el magnate respondió con fuerte acento sureño mientras se levantaba: "En el centro de la ciudad de Dallas".

Ignoro si la buscamaridos consiguió esposo finalmente, pero desde luego que dejó pasar una buena oportunidad por simplemente haber hecho primero la segunda pregunta y luego el comentario, que sin duda no hubiera sido el que fue.

domingo, 22 de septiembre de 2019

Ofendidos.

Esto se va a poner de lo más interesante después de que Trudeau se haya planteado dimitir porque en el pasado remoto se disfrazó de negro. No es que vejara a la raza negra, simplemente se disfrazó de Aladino y tuvo a bien pintarse la cara de negro.

Ignoro si todo ello se debe a un arrepentimiento repentino del canadiense, que lo dudo, a una sugerencia de alguien de su entorno, o alguno que ha visto las fotos y ha visto tajada o se ha viso ofendido.

No sé en qué acabara todo ello, pero ya veo que para el próximo carnaval de Cádiz va a ser todo un quebradero de cabeza saber de qué disfrazarse: Ni de otra raza, otro sexo ( a no ser con certificado notarial de tener sensación de pertenecer a ese género), ni de animal por aquello de los veganos, por supuesto nada de niños o una profesión que no sea la propia, que ya andarán los Sindicatos al quite.

Sólo va a quedar lo de futbolista (mientras no se meta la Liga Profesional de Fútbol de por medio) y lo más socorrido de monja u obispo, este último no podrá ser gordo para no soliviantar a los subiditos de peso.

¿Y si todos se disfrazaran de Trudeau?

domingo, 15 de septiembre de 2019

1984.

Me enteré ayer de que en China andan haciendo experimentos en las aulas. Se trata nada menos que de instalar una cámara especial. Dicha cámara se enfoca a los rostros de los alumnos cada 30 segundos, y tiene un software que le permite detectar si en ese momento el estudiante está despistado, cansado, aburrido o simplemente, dormido. En ese caso, informa inmediatamente al profesor para que tome la medida correspondiente.

Al parecer en Suecia se ha hecho algo parecido, solo que en este país la Justicia lo ha echado atrás, porque incluso contaba con el beneplácito de los padres. En China se da por supuesto el beneplácito de los jueces.

Si eso se hace con estudiantes, que de momento no aportan nada tangible a la sociedad, qué no estarán pensando hacer con los trabajadores, a los que se paga un sueldo y de los que se espera el máximo beneficio.

Veo que dentro de 100 años cada trabajador tendrá un microdrón revoloteando sobre su cabeza mientras está en su puesto de trabajo, y si se duerme, despista o se pone a charlar con el colega, el maldito aparato le soltará una descarga eléctrica que le llamará al orden. Con mayor o menor potencia según la reincidencia.

Y es que ya tenemos el futuro aquí.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Neologismo desde Suecia.

¿Quién ha dicho que la Nobleza no ha aportado ni aporta nada inteligente a la Sociedad? Lo hace hasta sin querer.

En el Palacio Real de los reyes suecos he podido ver como hasta se permite innovar en el idioma español. Véase como ha sido capaces de hacer un neologismo.

Han dado con una palabra que define un lugar donde solo se admite a personas distinguidas. Sencillamente genial.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Cediendo el asiento.

Cómo cambian los tiempos. Antes cuando iba en Metro podía ver que si entraba un minusválido, una embarazada o un anciano, de repente un buen porcentaje de los pasajeros que iban sentados, entraban en un sopor repentino que les impedía darse cuenta de la situación y por tanto levantarse y ceder el asiento al que, según los carteles que adornan cada vagón, tendrían derecho.

Ahora casi nadie duerme en el Metro, da igual la hora que sea. Prácticamente el 100% de los usuarios sentados se hallan absortos mirando su móviles, ya sea navegando por las redes sociales, jugando o simplemente mirando las últimas fotos efectuadas.

Sugiero que todos los teléfonos traigan de serie, y sin posibilidad de ser eliminada, una aplicación que emita un aviso bien sonoro y luminoso, cada vez que en el vagón entre un pasajero con derecho a que le sea ofrecido un asiento. Lógicamente el anciano, minusválido o embarazada deberían tener la misma aplicación instalada, con la posibilidad de ser ejecutada si ven que una vez dentro del vagón, nadie les invita a sentarse. Tampoco debe ser tan difícil.