Santidad.

Ay, con la santidad. Al parecer andan allá por Chipre un tanto preocupados. Desde hace siglos está enterrado allí San Apagitikos, santo de gran predicamento en la isla, donde goza de una tumba de gran valor histórico y artístico. Allí la memoria del santo es venerada, celebrada y usada.

Usada porque los amantes que no logran a sus amados han llegado a la conclusión de que la intercesión de San Agapitikos es bastante eficaz para torcer la voluntad de los pretendidos y pretendidas tercos en dar su brazo a torcer.

Pero al parecer, los que buscan los favores del santo no se conforman con dirigirles piadosas y fervorosas oraciones, sino que han llegado a la conclusión de que es más rápido y eficaz el uso de pociones de amor, y para ello emplean piedras y polvo de la tierra que rodea

a la tumba. Y debe ser que hay tanto amante despechado en Chipre que la tumba corre serio peligro por lo que el alcalde del pueblo donde se halla ha tenido que pedir ayuda al Departamento de Antigüedades de la isla para poner remedio al apasionado saqueo.

¿Qué pensará de ello Agapatikos? Hace algunos siglos más todavía, y a unos 500 km. de allí, en tierras de Canaan, tenían otro remedio al problema. Existían en los templos cananeos las prostitutas rituales, que prestaban los servicios que se pueden imaginar. No es difícil imaginar al cananeo de turno, que contrariado por la esquivez de la cananea altiva, decidía ir al templo a hacer algún rito para que la cananea le viera con mejores ojos.

Tanto los chipriotas en la actualidad, como los cananeos hace siglos tendrían poco éxito en sus ruegos, pero seguramente los segundos no tendrían inconveniente en seguir intentándolo durante más tiempo.