La Sentencia.

Hay que ir adelante, avanzar. Cuando te encuentres un traidor llámale traidor. Cuando te encuentres un ladrón, llámale ladrón. Cuando te encuentres un cobarde, llámale cobarde. Siempre adelante, hasta encontrar el sepulcro del hombre que nos va a rescatar en los luceros. Miguel de Unamuno.

domingo, 26 de marzo de 2017

Made in Hong Kong.

Les dijeron que no tenían nada que temer, que al pasar Hong Kong de ser colonia de Gran Bretaña a pertenecer a la China comunista todo iba a seguir más o menos igual.

Y como era de suponer, se la han metido doblada.

Hace unos días se han celebrado "elecciones" en Hong Kong, y lo entrecomillo porque el sistema no deja de ser de lo más curioso, y más si estamos hablando de un país supuestamente comunista.

Hasta en las repúblicas socialistas más férreas del bloque comunista tras la II Guerra Mundial se celebraban elecciones. Verdad es que se trataba de candidatos del mismo partido, o partidos aliados, designados por el gobierno, en que se elegía entre rojo o colorado.  El elector sabía que todo era un paripé y todo el mundo votaba en ese remedo de democracia.

Pero a los electores de Hong Kong se les dijo que iban a tener democracia, y lo que se han encontrado es que de los 3,8 millones de electores sólo pueden votar los pertenecientes a un comité de 1200 personas.

Evidentemente Pekín confeccionó el reparto de votos en ese comité. Allí votan los 60 miembros de la Asamblea Legislativa, los políticos de distrito, grupos empresariales, sindicatos, celebridades, representantes religiosos y profesores.

Pero incluso ese arbitrario reparto tiene sus desigualdades, porque agricultores y pescadores, que suponen el 0,1% de la economía hongkonesa disponen de 60 votos, y el sector financiero, fundamental en Hong Kong, tan sólo 40 votos. Vamos, todo diseñado al gusto de China.

Esperemos que el día en que Gibraltar pase a donde debe pasar, no se haga tan chapuceramente. Si no, podemos seguir esperando por los siglos de los siglos.

Eso sí, el vencedor ha sido una mujer. Algo impensable en el gobierno central.

domingo, 19 de marzo de 2017

¿Dónde y por qué?

Cada vez estoy más conseguido de que al final van a conseguir lo contrario de lo que pretenden.
Llama la atención la celeridad y sincronía con que cada vez que se produce un hecho violento y algo extraño, las autoridades aclaran que no se trata de un hecho terrorista.

Pretenden que con ello la población se quede tranquila y sosegada, y que cuando, más tarde, surge el apellido indudablemente árabe del autor, la noticia ya haya quedado olvidada.

Quedó de manifiesto hace unos días cuando un kosovar tuvo a bien emprenderla a h
achazos dentro de un tren en Dusseldorf. Los medios de comunicación se apresuraron a informar de que el atacante era yugoslavo, todo con tal de evitar la mención a su origen albanokosovar, y por tanto musulmán. Algo ridículo cuando Yugoslavia ya no existe.

Algo parecido al segundo cliché cuando se producen estos sucesos: Indefectiblemente el violento padecía problemas mentales. No falla.

Ello hace que la Sociedad se dé cuenta del truco y reaccione de modo contrario a como se espera de ella. Seguramente habrá ya quien piense que la erupción del Etna que ha provocado varios muertos se ha debido a una motivación terrorista, porque nadie se cree que un volcán pueda padecer problemas mentales.

domingo, 12 de marzo de 2017

Paraolímpico.

Lo cierto es que tiene que ser algo frustrante.

Que te tires meses preparando para correr la maratón, que todos los días corras después del trabajo, soportando tirones, agujetas, cansancio y privaciones sin cuento a la hora de comer y beber.

Que llegue el día de la carrera y hagas el esfuerzo de tu vida, sufriendo tanto si acabas el recorrido como si lo tienes que acabar por lesión, cansancio o hartazgo.

Y cuando llegas a la meta, o, en caso contrario, llegas a tu casa, te enteras de que el ha ganado la carrera es Johan Kipkemoi Chesum, keniata, que es algo normal y asumido, pero te llevas la sorpresa de que es un atleta paraolímpico, minusválido, y que había sido invitado a correr por invitación y para ejercer de liebre al comienzo de la carrera.

No sé, algo me dice que alguien tenía que revisar los parámetros para ser considerado paraatleta, y más teniendo en cuenta que este corredor jamás había logrado completar una maratón.

Visto lo visto, me estoy planteando presentarme al próximo mundial de ajedrez que se celebre, a lo mejor suena la flauta, pero a una Maratón no, a eso sí que no me presento.

domingo, 5 de marzo de 2017

Bien avenidos.

Hasta hace poco la pareja de tronío en esta España era la de la folclórica con el torero, o su variante de folclórica con boxeador de fama. Ese emparejamiento se llevaba la Sociedad de calle. También todo lo que tuviera actores o cantantes por medio. Eran carne de revista y por tanto, era mucho el dinero que movía todo lo que hicieran, vistieran o dijeran.

El tiempo ha hecho que todo ello varíe. Empezaron a introducirse las modelos, esa profesión tan precisada de preparación, y ya fue el acabose. Todo tipo de gentes entró en tropel en el imaginario del españolito de a pie.

Ayer mismo leía una entrevista a Dabiz Muñoz (No, lo de Dabiz no es una errata, así se hace llamar) cocinero de esos que no te engordan la barriga y te adelgazan la cartera con pasmosa tranquilidad. El chef de moda se halla casado con Cristina Pedroche, presentadora de televisión, jamona ella, presente en prácticamente todos los programas de la Sexta, haciendo de tontita (como toda la pase por esa emisora) y luciendo trasparencias cuando se le pide.

Ella se hizo famosa cuando soltó la perla de que no le caía bien el Partido Popular y los que le siguen. Luego lo quiso matizar, pero la rajada ya estaba hecha.

Ahora ha llegado su marido y ha cascado que los populismos son la comida basura de la política. Disparo en toda la línea de flotación podemita.

Tal vez la diferencia se halle en que ella tiene su clientela entre la feligresía de la Sexta, que ya sabemos de dónde cojea, y él entre gente con mucho dinero que gastar en pasar hambre.

Algo me dice que esta pareja va a dar mucho de sí antes de la llegada de nuevos modelos al papel couché.