La Sentencia.

Hay que ir adelante, avanzar. Cuando te encuentres un traidor llámale traidor. Cuando te encuentres un ladrón, llámale ladrón. Cuando te encuentres un cobarde, llámale cobarde. Siempre adelante, hasta encontrar el sepulcro del hombre que nos va a rescatar en los luceros. Miguel de Unamuno.

domingo, 31 de diciembre de 2017

Informando del tiempo.

Que digo yo que algo debería cambiar en el periodismo a nivel mundial.

No sé si alguien se ha dignado en comprobar cuántos son los reporteros heridos o muertos dando información en conflictos bélicos. Seguramente el número habrá descendido radicalmente, y no porque se produzcan menos guerras en este mundo. Los escenarios pueden haber cambiado, pero las balas siempre están silbando en algún lugar del mundo, y cámaras y periodistas se afanan por darnos la información más veraz y más documentada posible.

Pero hoy en día esos periodistas van embutidos entre las tropas combatientes, pertrechados con chalecos antibalas, cascos, dentro de vehículos blindados y en lugares no muy expuestos a ser alcanzados por proyectiles o metralla mortífera.

Pero al parecer, los directivos de las diversas emisoras han debido pensar que alguien debería soportar ahora las dificultades, los riesgos y los sufrimientos de dar la información en la calle.

Y al parecer ese "marrón" ha recaído sobre los periodistas que informan acerca de cómo está el tiempo por las diversas regiones españolas.

Y ahí podemos ver a sufridos reporteros explicando que está lloviendo mucho donde se encuentran y para ello se tienen que colocar bajo la lluvia soportando un aguacero sobre su cabeza, aguantando estoico un huracán que le quiere cambiar de provincia, mientras el cámara a duras penas consigue enfocar a su compañero que apenas consigue articular palabra.

Hasta ahora todo se limita a decenas de periodistas remojados, cámaras a punto de oxidarse por la humedad y alguna que otra baja por resfriado, pero un día va a haber una desgracia, y alguien va a ser alcanzado por un rayo, descalabrado por un granizado traicionero o fenecido por una pulmonía doble, y ahí vendrán los lamentos a destiempo.

Con lo fácil y cómodo que sería una sola persona informando al lado del mapa del tiempo.

lunes, 25 de diciembre de 2017

Más vale...

El General LeMay era uno de esos halcones dentro de la Administración estadounidense. Nunca le parecía que se empleaba demasiado la fuerza y era partidario de la máxima contundencia fuera cual fuera el conflicto.

En una ocasión charlaba con el Presidente Kennedy, y, ni corto ni perezoso, dijo que si estallara una guerra nuclear y al final quedaran dos americanos y un solo ruso, los EE.UU. habrían ganado.

El presidente se le quedó mirando y tras unos segundos exclamó:

-"Será mejor que confíe en que esos dos americanos sean un hombre y una mujer".


domingo, 10 de diciembre de 2017

Paradojas musicales.

Qué paradójico.

Tanto en Cataluña como en el resto de Europa, a menudo las manifestaciones independentistas están siendo contrarrestadas por ciudadanos anónimos que hacen ondear banderas españolas mientras obsequian a los que marchan con los sones del Que viva España, interpretado por Manolo Escobar, aficionado confeso del Barça.

Mientras tienen a Puigdemont "refugiado-exiliado-fugado" en Bruselas, arropado por nacionalistas flamencos que poco a poco empiezan a soliviantar a los valones, socios de los flamencos en la dura misión de mantener viva a esa nación que es Bélgica.

Pero luego resulta que la historia y sus recovecos son de lo más enrevesado, y los compositores de la canción, letra incluida, son dos belgas, ambos flamencos para más inri.

Y para más enredo, el himno de Bélgica fue compuesto por un francés (los valones, francófonos ellos, andarán orgullosos) y la letra tampoco quedaría mal cantada por Puigdemont y sus secuaces:

Noble Bélgica, oh madre querida,
A ti nuestros corazones, a ti nuestros brazos,
A ti nuestra sangre, ¡oh patria!
Todos lo juramos, ¡vivirás!
¡Vivirás siempre grande y bella!
Y tu invencible unidad
Tendrá por lema inmortal:
¡El Rey, la Ley, la Libertad!
Tendrá por lema inmortal:
¡El Rey, la Ley, la Libertad!
¡El Rey, la Ley, la Libertad! (2 x)

Visto lo visto, ya no me extrañaría que el himno del Barça estuviera compuesto por un socio del Real Madrid.

domingo, 3 de diciembre de 2017

Dura lex, sed lex.

Ha sido la imagen del fin de semana. Ese experimento hecho en el centro de Madrid por la alcaldesa.

Hacer que en dos calles comerciales paralelas los peatones se vean forzados a entrar por un punto y salir por el otro.

También ha sido noticia ver como una turista, ya mayor, con muletas y maletas, era obligada a recorrer la otra calle para entrar a su hotel, que en la otra calle tenía a escasos metros. La ley es la ley.

Entre los peatones división de opiniones (es lo que tienen las entrevistas con cámara a pie de calle: tienes que improvisar la respuesta sin meditar, reflexionar  ni peinarte) Habría que haber preguntado a los responsables del hotel o de los comercios sitos en ambas calles.

Los peatones de la ciudad ya han aprendido pronto el truco: Basta con utilizar los comercios con salidas a ambas calles para tomar el atajo, y como la estratagema se ha divulgado por televisión, pronto los visitantes eludirán el desplazamiento forzoso.

Seguro que al equipo municipal hasta se le ha ocurrido, puestos a innovar, cobrar peaje por usar las calles, como si de un Monopoly gigante se tratare, y es algo que no se puede descartar. Si se puede hacer con los vehículos, ¿por qué no con lo que va dentro?

En las calles grandes y comerciales la gente tiende a circular por la izquierda, salvo algún despistado o quien quiere acceder a una tienda en particular u observar un escaparate concreto. El mejor ejemplo es el rastro madrileño. Riadas de gente que se desplazan sin necesidad de que nadie les dicte el sentido en que tienen que hacerlo.

Más barato, y ahorrándose el dinero que cuestan esos municipales regulando el tráfico humano, sería pintar unas flechas en el suelo recomendando el sentido por la izquierda. No todo el mundo las seguiría, pero a los que fueran en sentido contrario les resultaría incómodo y trabajoso ir tropezando con toda la gente que le viniera en sentido contrario.

Pero, claro, hay quien, incapaz de haber estudiado una ingeniería, le encantar dedicarse a ingeniero social.