La Sentencia.

Hay que ir adelante, avanzar. Cuando te encuentres un traidor llámale traidor. Cuando te encuentres un ladrón, llámale ladrón. Cuando te encuentres un cobarde, llámale cobarde. Siempre adelante, hasta encontrar el sepulcro del hombre que nos va a rescatar en los luceros. Miguel de Unamuno.

lunes, 26 de agosto de 2013

¿Lo vale Bale?

Nos dice alguien con seudónimo de marca india de automóviles que el precio que se pretende pagar por el galés Bales le parece inmoral. Y le responde el futuro jefe de Bales que, claro, él que ha hecho la afirmación acaba de llegar de otro continente y no sabe todavía cómo funciona esto.

Pero me parece que allá todo funciona como aquí, capitalismo puro y duro. Si el fichaje lo ha hecho tu equipo, todo correcto y dentro de la normalidad, pero si el que lo ha hecho es la firma rival, recuérdese de que hablamos del sistema capitalista, pues todo es inmoral, desproporcionado, y hasta pecado mortal, ahora que el baremo de los pecados los impone un argentino, al menos para los católicos.

Pero no pasemos a buscar y comparar lo que se ha pagado por los jugadores que forman su equipo. Simplemente le plantearíamos al inefable Tata ¿Y es moral que se le pague lo que se le paga por lo que hace, aunque lo haga bien?
Si estamos en un sistema capitalista, pues con todas las consecuencias, le guste o le disguste a quien sea. Y las reglas y comparaciones iguales para todos, sea en la Meseta o en la Costa. Así son las normas.

lunes, 19 de agosto de 2013

Curiosidad.



Curiosidad lingüística.

Leyendo me he encontrado hoy con el verbo refaccionar. Reconozco que no lo había visto en la vida. Antes de tirar de diccionario he pensado que si no se trataba de una errata, que todo pudiera ser, debía tratarse del proceso por el que una sociedad se constituye en varias facciones, dejándola como esta nuestra. O tal vez el proceso por el que un individuo tiene a bien pasarse de una facción a otra.

El texto trataba de los tiempos de la monarquía de Judá y los avatares de sus reyes. Tiempos convulsos aquellos, tal vez más sangrientos que los actuales pero con idénticas pasiones y odios. Y es que hay cosas que no cambian con el tiempo.

     Para despejar dudas y ganar tiempo decidí consultar con la inefable RAE, y me encontré con que el verbo de marras sí existe, y viene a significar:
     
      1.  tr. Am. Restaurar o reparar, especialmente edificios.

En el libro que leía se refería a la restauración o reparación del templo de Jerusalén, y pensé que al final no le vendría mal una refacción al país, sobre todo en esta época del año en que tantas viviendas acometen reformas aprovechando el buen tiempo.

lunes, 12 de agosto de 2013

Una duda razonable.

El autor de este blog no puede dejar de manifestar una duda que le corroe: Visto que ciertos medios de prensa han puesto el grito en el cielo ante la militancia en un determinado partido político, sin que se haya probado que dicha adscripción haya influido en su trabajo. Pero parece ser que dicha militancia pasada ya le ha dejado marcado negativamente de por vida.

Y de modo diferente ocurre con el maquinista del tren accidentado, porque todo me lleva a sospechar que este hombre debe estar afiliado a algún sindicato y/o partido político.

Y lo que me hace intuir dicha militancia es el empeño obstinado que ponen La Sexta, Cuatro, Telecinco y determinados periodistas de RTVE por eximir a toda costa de responsabilidad a dicho maquinista, en cuyo caso sí parece que su trabajo dejó algo que desear.

Pues lo dicho, que alguien investigue qué carnés llevaba ese día Garzón en su cartera. 

lunes, 5 de agosto de 2013

Peliaguda misiva.

En los años 60 el poderío militar, político y económico de la URSS era imponente, y el Austria poco más que irrisorio en comparación con la segunda potencia mundial.
Además eran los años de lo más crudo de la Guerra Fría, y al máximo dirigente soviético Nikita Kruschev se le ocurrió visitar a su homólogo austriaco, Raabe.

Teniendo en cuenta que Austria estuvo a punto de entrar dentro la órbita comunista tras el final de la II Guerra Mundial, no era una visita cualquiera, y entre los austriacos cundía el temor ante la ira que podía provocar en el visitante cualquier desliz o desaire.
 
El canciller austriaco tuvo a bien, en el momento del intercambio de los consabidos regalos, regalarle a Kruschev una carta original escrita por el mismísimo Karl Marx, misiva que el ruso recogió campechano y exhibiendo una amplia sonrisa.

Parece ser que nadie se molestó en traducir la enrevesada caligrafía de Marx para saber qué contenía, y si algún investigador soviético se puso a ello se cuidó mucho de sacar a la luz el significado, porque la carta estaba dirigida a la policía austriaca del momento, y en ella Marx informaba a los servicios de seguridad austriacos pormenorizadamente de cuáles eran sus camaradas en el exilio londinense, francés y suizo, y el importe que requería por cada chivatazo.

Muertos ya todos los implicados nunca se podrá saber si Raabe sabía algo del asunto, si fue un desliz de un colaborador o una venganza de algún funcionario nostálgico del régimen anterior a la Guerra Mundial. A saber.