La Sentencia.

Hay que ir adelante, avanzar. Cuando te encuentres un traidor llámale traidor. Cuando te encuentres un ladrón, llámale ladrón. Cuando te encuentres un cobarde, llámale cobarde. Siempre adelante, hasta encontrar el sepulcro del hombre que nos va a rescatar en los luceros. Miguel de Unamuno.

lunes, 6 de mayo de 2013

El emperador Burro.



A menudo se pueden ver a la venta unos pequeños cuadros donde un breve texto explica el significado de un nombre. Siempre he pensado que se trata de la heráldica del azar, porque el apellido se hereda y tendrá una historia más o menos gloriosa, pero el nombre suele ser escogido por los padres y ahí tan sólo influye el gusto y apetencia de los progenitores.

Difícil entender que un nombre defina el carácter de un hombre. Aunque a veces hay casos que así lo parece. En ello parecen atinados los antiguos romanos. Por ejemplo Bruto ha quedado para la Historia como el mal hijo, adoptivo pero hijo, que se llevó por delante al padre.

Y tenemos el caso también de Sexto Afranio Burro. Nacido en el sur de las Galias, llegó a prefecto de la Guardia Pretoriana  nombrado por Agripina la Menor, esposa y sobrina de Claudio César. La cual también le encomendó la instrucción militar de su hijo, el temible Nerón.

Agripina más tarde decidió envenenar a su marido y proclamar a su hijo emperador. Y tenemos a Burro llevando a Nerón al Castra Praetoria para que la guardia lo proclamara emperador de todos los romanos antes de que se hiciera pública la muerte de Claudio.

Ante la política de hechos consumados, al Senado no le quedó otro remedio que reconocer al nuevo césar.
En el año 59 Afranio Burro encubrió a Nerón cuando éste tuvo a bien asesinar a su madre.

Pero se ve que Burro no anduvo muy listo tres años después, pues Nerón lo hizo envenenar. Tal vez si no hubiera sido así hoy se hablaría del emperador Burro.

1 comentario:

  1. Al "pobre" Burro, le tocó, junto con Séneca, aguantar los caprichos de Nerón y mantenerle en el poder, para que después el emperador le destinase el mismo fin que al filósofo (presuntamente, claro)

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