Se cuenta que a la Reina Victoria de Inglaterra le fue llevada para ser firmada una proposición de ley castigando de forma especialmente cruel las prácticas homosexuales, el primer ministro que le presentaba el documento le tuvo que explicar de una manera llena de eufemismos y dobles sentidos qué era lo que castigaba la nueva norma. Norma a la cual la reina daba su consentimiento y conformidad, pero en cambio se negó rotundamente a que se castigara las relaciones homosexuales entre mujeres.
Al parecer ella consentía en reprimir dicha práctica entre hombres, pero en cuanto a las de las mujeres, simplemente contestó que eso, sencillamente no existía.
Una reacción igualmente horrorizada y estupefacta he tenido recientemente cuando he leído Deuteronomio 27:23: "Maldito el que se acostare con su suegra. Y dirá todo el pueblo: Amén"
¿Amén? Lo que no sé es cómo después de escuchar semejante mandato fueron capaces de articular palabra, estremecidos como tenían que estar los pobres.
Tienes razón : es horroroso pensar en un suplicio como ese : acostarse con la suegra salvo que la hija sea más fea. Y en ocasiones la mamá de la conyuge está como un tren.
ResponderEliminarEso le sucedió a Alfonso XII cuando fue a conocer a su futura segunda esposa, María Cristina de Hausburgo : la mamá de María Cristina estaba como un tren y al rey se le iban los ojos hacia ella en vez de a su oficial novia.
Muy, pero que muy desesperado habría que estar, aunque cosas más raras veredes.
ResponderEliminarBueno, viendo a la reina madre, más de uno pensaría que, acostarse con la suegra, no era un suplicio tan horroroso habienda cuenta del especimen que ceñia la Corona Imperial Británica...
ResponderEliminarUn saludazo.