Todos contra una, una contra todos.

Al final ha resultado lo previsible. Eran todos contra Le Pen: Socialistas, derechas, centros, izquierdas. Todos, tan solo algunos que habían votado en la primera vuelta a Fillon anunciaron que votarían por Le Pen, o que como mucho no votarían. Hasta el electorado
 musulmán se volcó en estas elecciones, al igual que el judío.

Por si fuera poco la amenaza de los hackers rusos interviniendo en favor de la ultraderecha movilizaron aún más al votante que se queda en casa si su opción favorita no se puede votar.

Eso de la segunda vuelta conlleva el que a menudo hay que ir a votar tapándose las narices. ¿Alguien se imagina ese procedimiento en España?, ¿A uno de derechas votando socialista para evitar al comunistas?, ¿A un socialista votando a las derechas para evitar a la ultraderecha?

Si aún recuerdo a un amigo socialista acérrimo, que cuando en una ocasión PSOE e IU presentaron por Madrid una candidatura conjunta al Senado, marcó a los dos candidatos socialistas y obvió al de IU. Definitivamente, aquí impensable.

Pero lo que es obvió es que o Macron lo hace muy bien en los próximos meses, o Le Pen se puede llevar una buena tajada en las próximas legislativas.