Y es que nada como el dinero para cambiar lo que
haya que cambiar. Alrededor de 1.900 la iglesia católica
protestó porque se nombraba a los huracanes más destructores del Caribe con el
nombre del santo del día en que se originaban.
Había que cambiar de método, pero entonces el meteorólogo Clement Wragge
enfureció a los políticos corruptos porque tuvo lo humorada de utilizar sus
nombres para bautizar a estos huracanes.
Se tuvo que abandonar la práctica ante la amenaza de demandas
multimillonarias y de todo tipo.
Más tarde en EE.UU.
se comenzó a nombrar a estos tornados con nombres femeninos, pero pronto las
organizaciones feministas montaron en cólera y también se tuvo que dejar la
práctica por el mismo motivo.
Pero entonces alguien, sin duda buen conocedor de la
naturaleza humana, dio con la clave en
la Organización Meteorológica Mundial. La organización comenzó a ofrecer a todo
el público la oportunidad de ponerle su nombre a un huracán. Las solicitudes comenzaron
a llegar inmediatamente. Curiosamente muchos eligieron tal posibilidad para hacer regalos de cumpleaños. Y en muchos países caribeños de cultura católica se seguía dando el nombre a los recién nacidos del santo del día en que se nacía. Con lo cual los huracanes volvieron a ser nombrados con el nombre del santo del día en que nacían y encima la organización meteorológica sacó bastante dinero.
Somos así de tontos.
ResponderEliminarEsta demostrado que siempre volvemos al pasado, que nunca estuvimos mejor que en aquellos tiempos. Nuestros ancestros siempre tenían razón.
ResponderEliminarAl final, y comparto con trecce, no sé si sómos demasiado tontos u otros, los que nos manejan, demasiado listos... Un misterio en suma.
ResponderEliminarUn saludazo.