Y ayer mismo por eso de probar el nuevo GPS se me ocurrió emplearlo en una ruta que permite dos recorridos. El trasto me recomendó la que nunca hago, así que supuse que se trataba de la más corta, barata o rápida.
Todo bien, hasta que de repente el cacharrete me hace desviarme a una vía secundaria, y posteriormente a una terciaria. En esos momentos pensaba que en eso se hallaba la genialidad de la ruta que me recomendaba: una serie de atajos que me permitirían llegar a mi destino en un tiempo record, aunque en realidad la pantalla me decía que sólo iban a ser diez minutos menos de lo habitual.
Y repentinamente, en mitad de la campiña más deshabitada y desolada, la vocecilla del ingenio me dice que: ¡Destino alcanzado! Y desde luego puedo asegurar que cualquier parecido con la realidad era la más pura ficción.
Tuve que volver a indicarle el destino, y ésta vez sí me hizo alcanzar el destino. Eso sí, con 50 minutos de retraso, el consiguiente cabreo y un insalvable resquemor hacia futuros destinos confiados a tan voluble máquina.
Y sí ahora, en que estamos en los principios de una civilización que depende de tal manera de la tecnología, quiero ni pensar qué puede suceder cuando el quedarnos durante una temporada sin electricidad, algo que tampoco debe ser tan difícil para un futuro invasor, nos puede dejar incomunicados, inmovilizados, aterrados y sometidos, con tan sólo apretar un botón.
Como muestra quede las pocas personas que hoy tienen memorizados más de diez teléfonos. Todo queda encomendado a las agendas de sus móviles, así como lo que deben hacer cada día, e incluso las operaciones matemáticas más sencillas. De tal modo que no sé cuántos españoles actualmente serían capaces de hacer una sencilla división con dos cifras en el divisor. Incluso los habrá que no sepan ni la operación aritmética que estoy planteando.
No estoy planteando deshacernos de la tecnología que nos hace la vida tan fácil, sino simplemente hacer saber que en la vida siempre hay que tener previsto un plan B por si el plan A falla o no se puede llevar a cabo.
DON ULTIMO DE FILIPINAS
ResponderEliminarLos paratos, todos, pueden armarte la de dios es kristo como haya luna nueva o el anticiclón de las Azores se halle cabreado.
Te aconsejo, de todo modos, que en la configuración del GPS pongas "ruta más rápida" en vez de "más corta".
A mí me sucedió que yendo de Alcalá a Burgos pasando por Barajas, me mandó el Tom-Tom más allá de Guadalajara y tuve que desantar todo y partir de nuevo desde Alcalá en dirección a Madrid para luego coger la salida a Burgos.
Como se nos vaya la electricidad haremos mucho ejercicio : escaleras para subir a los pisos, saltos en casa para entrar en calor por falta de energía para calefacción (las calderas de gas también funcionan con electricidad forzosamente),, etc. Lo único bueno será que la gente no podrá ver la tele y seguir atontándose.
Estamos en manos del Gran Hermano más que nunca.
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