Mira que hay infinitud de colores y millones de posibilidades a la hora de
hacer una figura geométrica, y no es difícil hacerse a la idea de que a la hora
de combinarlos, el resultado debe ser un número de magnitud casi astronómica.
Vamos, que haciendo los diseños al azar, el que dos banderas coincidieran debe
ser de una probabilidad ínfima. Pero el haber dejado esa potestad al cerebrito
humano ha dado como resultado que multitud de países tengan banderas idénticas
o de un parecido irritante como Rumanía, Moldavia, Andorra y Chad; Eslovenia y
Eslovaquia; Luxemburgo, Holanda o Polonia e Indonesia.
En otras ocasiones tampoco se han complicado mucho. Simplemente han cogido
una anterior y han invertido los colores, como sucede con las de Cuba y Puerto
Rico o Islandia o Noruega. Viendo estas últimas nos encontramos por el norte de
Europa con unas cuantas donde han variado los colores pero han abusado de la
cruz tumbada hasta la extenuación: Dinamarca, Noruega, Islandia, Suecia,
Finlandia y todas en la misma región.
Luego está el caso de los países de la Commonwealth, donde hay profusión de
colores y diseños pero muchos de ellos han dejado un rinconcito para la bandera
de la madre patria, y así mantienen la Jack Union para que las generaciones
venideras sepan de donde vienen.
Entre estas últimas destaca el caso de Australia y Nueva Zelanda, donde las
banderas sólo se distinguen por las estrellas que acompañan a la bandera de
Gran Bretaña. Recientemente se ha celebrado en Nueva Zelanda un refrendo para
votar sobre una nueva bandera que eliminaría la bandera de Gran Bretaña pero ha
sido rechazada de pleno.
Tal vez el mejor antídoto contra una guerra entre Australia y Nueva Zelanda
sea la enorme cantidad de bajas que se producirían por fuego amigo debido a la
confusión.
Tienes mucha razón, amigo Don Ultimo, con tu observación de la poca imaginación de algunos que planearon las banderas de sus países.
ResponderEliminarA mí la que más me gusta es la que usaban los castellanos en sus Tercios y luego la adoptaron los carlistas : la que lleva la Cruz de San Andrés.
Y la más tonta, por la forma y los colores es sin duda la ikurriña, una copia mala de la british y con una leyenda como las de las Mil y Una noches.
Al final, las banderas no dejan de ser fruto de la imaginación (a veces escasa) de alguien, aunque sea cierto que, en ocasiones, hay cierta tradición detrás.
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