La Sentencia.

Hay que ir adelante, avanzar. Cuando te encuentres un traidor llámale traidor. Cuando te encuentres un ladrón, llámale ladrón. Cuando te encuentres un cobarde, llámale cobarde. Siempre adelante, hasta encontrar el sepulcro del hombre que nos va a rescatar en los luceros. Miguel de Unamuno.

domingo, 5 de junio de 2016

Diagnostiscando y arreglando.


Siempre he tenido la sensación de que Marx fue un excelente diagnosticador de los males sociales, pero un nefasto aplicador de soluciones, amén de peor aún pronosticador de resultados.

 Acabo de leer un texto, que escribió en su primera etapa. En él certeramente hace una descripción de la eterna insatisfacción del consumidor, desasosiego del que se nutren las multinacionales y grandes empresas para tener a todo miembro de la sociedad encadenado a su puesto de trabajo, sin estar jamás satisfecho con lo que logra y pensando que aún debiera lograr más, y que por tanto todo lo que reciba por su labor va a ser menos de lo que realmente merece. A la vez que consecuentemente  reflexionará que lo que percibe el compañero que tiene a su lado en el puesto de trabajo es más de lo que en justicia debiera ser.

“Todo hombre especula con crearle al otro una nueva necesidad para forzarle a un nuevo sacrificio, para ponerle en una nueva situación de dependencia y para extraviarle en un nuevo modo de “placer”, y así, de ruina económica. Cada cual busca  construir una fuerza esencial ajena sobre el otro para encontrar por esta vía la satisfacción de su propia necesidad egoísta. Con la masa de los objetos crece, pues, el imperio de los seres ajenos crece, pues, el imperio de los seres ajenos a que el hombre está sometido, y cada nuevo producto es una nueva potencia del reciproco engaño y de la explotación recíproca. El hombre empobrece tanto más como hombre, tanto más necesita del dinero para apoderarse del ser enemigo; y el poder de su dinero disminuye en relación inversa a la masa de producción, es decir, su menesterosidad crece a medida que su dinero aumenta.”  

                                                      Karl Marx.   Manuscritos económicos-filosóficos.

No cabe duda de que el hecho desde su primera juventud Marx se sintiera atraído por la filosofía de Epicuro tuvo mucho que ver con esta visión. En toda la obra se ve cómo la máxima de Aristipo: “Poseo; no estoy poseído”, sobrevuela en toda su extensión. Algo que amplía la cita de Epicuro: “La necesidad es un mal, pero no hay ninguna necesidad de someterse a la necesidad.”

Frases que ciertamente lucen muy bien como lucero guía de nuestro deambular por esta vida, pero que difícilmente pueden hacer de guía de un pueblo. Marx propugnó subvertir el orden existente, hacer que todos tuvieran parte en el pastel, que porque unos tuvieran un pedazo más grande no hubiera otros que se quedaran sin las migas. La experiencia con el Socialismo real nos mostró que todo quedó en un cambio de algunos comensales pero con la mayoría recibiendo tan sólo migajas. No sirvió.

El sentimientos de necesidad es consustancial al hombre pues el sentimiento de deseo es infinito y permanentemente insatisfecho como el hambre y sed de Tántalo. Y si después de tantos siglos de sociedad ningún ser humano ha logrado cambiar la naturaleza humana, harto improbable se me antoja que alguien lo vaya a lograr en el futuro.

No nos quedará más remedio que como se recomienda en el Quijote: ¡Tened paciencia y barajar!

No cabe duda de que muchos de los males de este mundo se pueden paliar, solventar poco a poco los entuertos con los que nos encontremos  e ir saliendo del trance poco a poco, pero, eso sí, teniendo en cuenta que los experimentos hay que hacerlos gaseosa, y que hay veces que es mejor dejar las cosas como están para que el prójimo no tenga que decir aquello de “Virgencita, que me quede como estoy.”

2 comentarios:

  1. Lo de Marx era consecuencia de unas sociedades existentes en las grandes potencias (Rusia zarista, Gtan Bretaña Imperial, Francia colonialista y Austria y Alemania, en donde unicamente la clase o casta aristocrática podía acceder a los puestos públicos y a las academias militares, y a la propiedad de grandes fincas.

    Todo aquello se acabó con el final de la Primera Gran Guerra Mundial. Para entonces ya se había producido la revolución marxista en Rusia.

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  2. Lo que hizo el marxismo, en ocasiones, fue repartir la pobreza.

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