El empresario de puro y chistera ha pasado a la historia. El látigo del patrón de izquierdas ya no sólo tiene forma estatal.
Está claro que al igual que si el emperador Flavio Vespasiano se permitió decir aquello de que el Dinero no huele cuando su administrador Muciano le recriminó que se lucrara construyendo y cobrando por el uso de letrinas públicas, hoy el empresario medio diría algo parecido, que el dinero no entiende de ideologías.
Vieja realidad.
ResponderEliminarAlgunos son tan tontos, que hasta que no tienen un asalariado a su cargo, no se dan cuenta de lo que cuesta. Y entonces, todo su mundo de solidaridad e igualitarismo, se viene abajo.
ResponderEliminarY es que el billetero es la parte del cuerpo humano que más duele.