Aunque parezca mentira existe una cierta preocupación porque una guerra declarada puede concluir.
Se trata del conflicto por la isla de Hans, un islote minúsculo situado entre Groelandia y Canadá. Groenlandia pertenece a Dinamarca, así que el conflicto hasta la fecha se ha resuelto con repetidas visitas al lugar del conflicto por destacamentos de ambas naciones. Cada vez que llega uno, retira la bandera del otro país, y cuando se trata de los canadienses, se deja una botella de whiskey canadiense, y cuando son los daneses los visitantes la botella es de schnapps, un fuerte aguardiente.
Hasta ahora el conflicto se ha ido viviendo así porque el territorio no tiene ningún recurso y los presupuestos nacionales de ambos países pueden costear tan sangrienta guerra. Se ignora que se hace con las banderas retiradas, aunque es fácil suponer que sucede con las botellas depositadas.
El problema es que con el calentamiento global la zona del ártico se está convirtiendo en transitable durante más tiempo al año, y ello ha hecho que países como Rusia o EE.UU. hayan echado el ojo sobre el peñasco que va estar en medio de una importante ruta comercial, aunque los Estados Unidos cuentan con la ventaja de que tanto Dinamarca como Canadá son miembros de la OTAN al igual que ellos.
Tal vez el conflicto de Perejil se podía haber solucionado de manera similar, pero el ejército de una país musulmán no hubiera quedado bien entregando alcohol a una potencia enemiga.
Mira qué bien. El territorio les sirve para intercambiarse bebidas alcohólicas en daneses y canadienses.
ResponderEliminarNo creo que haya peligro de guerra.
Yo tampoco creo que se vayan a enzarzar en un conflicto por este asunto.
ResponderEliminar