Por amor al arte.

Es la magia del lenguaje, la magia de arte y la magia de las artes circenses, todas juntas.

Que yo sepa, todos los que trabajamos, sea o no sea por amor al arte, lo hacemos por esa mala costumbre que tenemos los humanos de comer y otras necesidades que por lo general se satisfacen aflojando el bolsillo. Bolsillo que tenemos que llenar, la mayoría, con el sudor de nuestra frente y otras partes del cuerpo, aunque yendo a la sauna no se gana dinero y sudando en el metro uno va a ganar dinero y es algo que no cuenta en la nómina.

Pero estos artistas han montado su circo, para despertar en el personal el sentimiento solidario, la pulsión de la mala conciencia y la búsqueda de sentirse buen samaritano por un día, han elaborado su cartel-reclamo diciendo que lo que hacen ellos y todos: ganar dinero con lo que hacen, es algo excepcional, digno de verse por ello y que el público no puede tener reparo alguno en colaborar y tener el honor de pagarlo con la pasta que han ganado de igual modo.

Todavía si hubieran dicho que era para los artistas circenses ya jubilados.