La Sentencia.

Hay que ir adelante, avanzar. Cuando te encuentres un traidor llámale traidor. Cuando te encuentres un ladrón, llámale ladrón. Cuando te encuentres un cobarde, llámale cobarde. Siempre adelante, hasta encontrar el sepulcro del hombre que nos va a rescatar en los luceros. Miguel de Unamuno.

domingo, 8 de marzo de 2015

Virgencita...

Cuando cada vez que enciendo el portátil y esparzo los papeles por la mesa de la cocina, echo en falta una mesa de despacho como Dios manda, amplia, firme y disponible las veinticuatro horas del día. Lo real es que sólo dispongo de esta mesa, que he de despejar cada vez que se precisa su uso para lo que ha sido destinada.

Ya en su momento me consoló saber que alguien como, nada menos, José Ortega y Gasset, durante muchos años tuvo que hacer lo mismo, y pergeñar sus ensayos, conferencias y libros en una mesa de cocina que debía abandonar cada vez que la familia había de desayunar, comer o cenar. Y conste que de ahí no pasan los parecidos entre su labor y la mía.

Pero como sucede con la fábula del pobre que iba cargando con un haz de leña quejándose de su mísera vida, hasta que descubre que alguien, más pobre que él, le sigue recogiendo las ramitas que se le van cayendo, me ha ocurrido algo parecido. Acabo de ver en un programa sobre los activistas rusos contra Putin a uno cuyo "despacho" consistía en una minúscula mesa de madera tipo tijera, hecha de listones. En una de las ranuras iba insertada una tableta, y el teclado sobre la superficie libre. Y a falta de espacio libre en la casa, se ubicaba en la terraza junto a una lavadora, procedente de los tiempos soviéticos, trepid

ando sin descanso.

Sólo me ha faltado decir aquello de: ¡Virgencita que me quede como estoy!

2 comentarios:

  1. Todo es cuestión de que te afilies al Pepé de Valencia o al Psoe de Sevilla y entonces dispondrás hasta de cien metros cuadrados de despacho exclusivamente para tu ordenata.
    "Pior" es que el portatil te deje de funcionar como acostumbran estas infernales máquinas. Infernales porque cuando más las necesitas es cuando no arrancan por alguna pijada.

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  2. Es cierto que cuando algo en nuestra vida nos agobia, o nos desagrada, no hay como levantar la cabeza y echar una miradita alrededor, para darse cuenta de cuan egoístas somos en ocasiones.

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