La Sentencia.

Hay que ir adelante, avanzar. Cuando te encuentres un traidor llámale traidor. Cuando te encuentres un ladrón, llámale ladrón. Cuando te encuentres un cobarde, llámale cobarde. Siempre adelante, hasta encontrar el sepulcro del hombre que nos va a rescatar en los luceros. Miguel de Unamuno.

martes, 5 de abril de 2011

Un juego.

Un poco extraña resulta la guerra de Libia.

Hay que reconocer como influye en nuestro imaginario el cine, incluso entre los que no lo frecuentamos. Uno recuerda tantas películas de guerras en el desierto, donde Rommel y Montgomery evolucionaban con sus tanques en un ballet por el desierto gastando combustible, bombas y agua a mansalva, sudando como gorrinos mientras sortean dunas.

En cambio en las imágenes que vemos de esta guerra, sólo vemos camionetas, jeeps y utilitarios yendo y viniendo por carreteras asfaltadas al ritmo que marca el contrincante que también va y viene por la misma carretera, sin salirse en ningún momento de la vía. Más bien parecen combates en dos dimensiones.

Uno llega a pensar si no sucederá que ya hasta los videojuegos influyen en los conflictos bélicos, y los combates entre gadafistas y rebeldes se parecen a esos juegos arcades donde manejamos al protagonista que se pelea con los contrincantes avanzando y retrocediendo a derecha e izquierda, pero sin subir ni bajar.

A todo esto se le suma el regateo, digno de zoco árabe, entre los rebeldes acusando a la OTAN de no hacer nada y no aportar ni una miaja al empeño bélico, y el mando de la OTAN diciendo que ellos lo hacen todo y que ya se han cargado el 30% del ejército de Gadafi. Y mientras Gadafi sacudiendo la badana a los rebeldes.

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