El parto de los montes
Con varios ademanes horrorosos
Los montes de parir dieron señales:
Consintieron los hombres temerosos
Ver nacer los abortos más fatales.
Después que con bramidos espantosos
Infundieron pavor a los mortales,
Estos montes, que al mundo estremecieron,
Un ratoncillo fue lo que parieron.
Hay autores que en voces misteriosas,
Estilo fanfarrón y campanudo
Nos anuncian ideas portentosas;
Pero suele a menudo
ser el gran parto de su pensamiento,
Después de tanto ruido, solo viento.
Los montes de parir dieron señales:
Consintieron los hombres temerosos
Ver nacer los abortos más fatales.
Después que con bramidos espantosos
Infundieron pavor a los mortales,
Estos montes, que al mundo estremecieron,
Un ratoncillo fue lo que parieron.
Hay autores que en voces misteriosas,
Estilo fanfarrón y campanudo
Nos anuncian ideas portentosas;
Pero suele a menudo
ser el gran parto de su pensamiento,
Después de tanto ruido, solo viento.
_F. M. Samaniego
Sustituyase a los hombres temerosos por los españoles que no comulgan con el socialismo y al ratoncillo por Alfredo Pérez Rubalcaba, y es que es evidente que nos encontramos con alguien hipervalorado, con alguien a quien se le atribuían altas maquinaciones y una inteligencia maquiavélica y casi sobrenatural, pero que una vez que no se haya en el papel de consejero aúlico del presidente de turno se ha visto descubierto como alguien sin grandes ideas, desprovisto de talento alguno y desde luego como un candidato sumamente indefenso.
En fin, que el estadista portentoso en ciernes se vio reducido a simple ratón.
Rubalcaba está amortizado.
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