Herodes.

Y nos quejamos aquí del afán de algunos por derribar la Cruz de los Caídos o por sacar de sus fosas muertos de la guerra y postguerra.

Ahora mismo en Israel se ha encendido un fuerte debate acerca de si la recientemente descubierta tumba del rey Herodes debe ser reconstruida y abierta al público (con los consiguientes ingresos por entradas) o más bien no, y dejar las ruinas tal y como son. Y eso que actualmente la figura del rey Herodes es denostado por el 99,99%  (Siempre hay que dejar algún margen para algún abortista nostálgico)

Aunque parece ser que la pela es la pela y hay una mayoría de expertos que se inclina por reconstruir las ruinas, amortizar la inversión y dejar que a la vez que el turista se deje su dinero, adquiera los clásicos conocimientos que se pierden en diez minutos.

Hoy en día los visitantes a la Cruz de los Caídos dejan buenos ingresos y distan mucho de estar en ruinas. Y no se puede decir que al Estado le sobren los ingresos, así que desde estas modestas líneas abogo por conservar el monumento tal y como está, que se siga cobrando la entrada (aprovecho para advertir que los miércoles es gratis para ciudadanos de la Comunidad Europea) y a la entrada se podrían situar tres guías tanto humanos como de esas que hay electrónicas que te emiten un mensaje informativo según paseas por el sitio en cuestión.

Uno dotado con un distintivo rojo podría describir el lugar y su historia cargando las tintas hacia la crueldad de Franco, los sufrimientos de los penados que construyeron el monumento y lo ignominioso de lo que representa.

Otro provisto con una señal azul describiría asimismo la belleza del lugar, lo esbelto de la cruz, los buenos propósitos de reconciliación del Generalísimo al idearlo y las buenas condiciones en que trabajaron los obreros que colaboraron en su construcción.

Y finalmente, otro, de color violeta, que daría la versión menos sesgada posible, con la mayor objetividad posible y dando en la medida de lo posible las dos versiones.

Todo sea por la pela.