Tras el desgaste físico, y al
cual no estamos acostumbrados, tomamos la decisión unánime de permitir al coche
demostrar sus cualidades permitiendo que nos llevara a algún lugar y así hacer
descansar los músculos.
Decidimos visitar Formigal y
Panticosa, estaciones de esquí, deporte en el que soy totalmente profano e
ignorante. En ambos lugares encontramos que cuando están fuera de temporada,
como era el caso, son como una playa en invierno. Se pueden divisar enormes
aparcamientos completamente vacíos, telesillas parados. Sólo en Panticosa se
les ha ocurrido hacer funcionar un telesilla para turistas. Les hace subir a un
monte cercano para poder divisar las vistas del lugar, pero estaba cerrado por
avería.
En este mismo pueblo vemos
animación de gente y algo de revuelo. Cuando llegamos está el alcalde del lugar
haciendo entrega de los trofeos de una peculiar competición que ha tenido
lugar. Se trata del kilómetro vertical.
Han buscado una pendiente lo más inclinada posible para hacer una
carrera de un kilómetro. La vemos y sólo
verla angustia. Ni siquiera nos atrevemos a hacerla andando.
Pensando en tal y como marcha la
economía tanto nacional como internacional, pienso que tal vez sería mejor
dejar a estos esforzados del atletismo las riendas de las finanzas públicas.
Tal vez ellos sí supieran lidiar mejor con las cuestas de Enero, cuestas que
seguramente van a llegar antes de lo pensado y van a tardar mucho en esfumarse.
Ni punto de comparación, para las primeras está la aspirina, para la segunda no existe alivio posible.
ResponderEliminarMe temo que, visto lo visto, cualquiera lo haría mejor que estos llamados profesionales de la política.
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