La frontera.

Los que somos del centro tenemos por aquello de la geometría las fronteras bastante lejos, así que siempre me ha llamado la atención eso de las fronteras. Huesca limita al norte con Francia, así que no podía dejar de pasar la frontera, aunque eso ya dejó de ser lo que era. Ni aduanas, ni guardas fronterizos.

Pero a pesar de lo artificial de las fronteras, llama la atención que dejando un Aragón soleado, caluroso y con un cielo despejado, nos encontramos con una Francia lluviosa, fría y desapacible. Parecía algo de película.

 

 

Llegamos hasta la primera ciudad un poco importante, para poder decir que habíamos hecho un poco de turismo.

Y desde luego se notaba en ambiente, arquitectura y clima que habíamos cambiado de país.

Algo de memoria histórica.

 

Pero la sorpresa de la jornada me la llevé cuando me di cuenta de que habíamos aparcado justamente frente una entidad llamada SOFICO.

De algo me sonaba ese nombre, y pronto la memoria me permitió recordar que ese era el nombre de un conglomerado de empresas que en 1974 montó una monumental estafa inmobiliaria en España, en el que estuvieron implicados bastantes altas autoridades de la época.

¿Quién sabe si no me encontraba ante el clásico caso de criminal huido de la justicia, que se refugia allende las fronteras y que es localizado por el turista despistado de turno?

No creo que sea el caso, pero por si acaso tarde o temprano surge, aquí dejo esto para que se pueda decir que yo lo vi primero.