Nos dirigimos ya hacia el Pirineo aragonés. Poco a poco se
va notando como el terreno se hace más abrupto, aunque no es sino mucho más
allá de Huesca cuando se ve que empieza la auténtica montaña con riscos,
elevaciones majestuosas y picos escarpados. Desniveles que hacen que a nuestro
monovolumen, con menos de un año de existencia, las subidas se le hagan
interminables y se quede sin resuello constantemente.
En Biescas me llama la atención una pintada original en una
pared. ¡Pantanos en tierra plana! Ya
tenemos la reedición de uno de los conflictos más antiguos de la humanidad: la
Montaña contra el Valle. Sólo se me ocurre como litigio más antiguo el de los
agricultores contra ganaderos. Ahí está el caso de Caín contra Abel.
De todas maneras no se pueden sacar conclusiones
precipitadas. Tengo ya aprendido que de eso de las pintadas poco se puede
desprender. En un pueblo de 100 habitantes hasta un par de ellos armados con un
bote de pintura pueden llenar todas las paredes de consignas a favor o en
contra del asunto que sea, y al día siguiente cualquier visitante pensará que
ahí toda la población están de acuerdo unánimes con lo declarado por ese par de
“artistas”.
A veces una minoría hace un ruido enorme pero por eso, ni tienen ni dejan de tener razón. Ni dejan de ser minoría.
ResponderEliminarLo mismo, ni eran de allí los "pintores".
ResponderEliminarLo que importa es el efecto y el impacto que produce el medio. El contenido es más costoso de analizar y la gente que anda de turisteo no está por la labor de hacer trabajo de campo. Así es cómo funcionan los mensajes políticos, la publicidad y la propaganda. Evita el esfuerzo de pensar e investigar.
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