La Sentencia.

Hay que ir adelante, avanzar. Cuando te encuentres un traidor llámale traidor. Cuando te encuentres un ladrón, llámale ladrón. Cuando te encuentres un cobarde, llámale cobarde. Siempre adelante, hasta encontrar el sepulcro del hombre que nos va a rescatar en los luceros. Miguel de Unamuno.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Seguimos por Calatayud.


Algo falla en la política urbanística de Calatayud. Aunque se observa zonas de nueva construcción, el casco viejo está repleto de edificios abandonados, algunos medio derruidos y algún que otro solar, señal de que alguno no ha resistido, y en los que por alguna razón no se ha vuelto a construir, porque se ve que son terrenos que llevan tiempo así.

Causa cierta tristeza ver algo así en el turista, aunque por otra parte le alegra el bolsillo, pues gracias a esos solares puede esquivar las zonas de aparcamiento regulado. El número de terrenos abandonados lo señala el que dan espacio para que aparquen los residentes y los visitantes. El Ayuntamiento ni siquiera se ha molestado en vallarlos.

Y hablando de ruinas, en la ciudad se encuentran carteles indicando la posibilidad de visitar los yacimientos de Bilbilis, enclave romano y embrión de la ciudad. Nos dirigimos allí, y tras un empinado y abrupto camino de tierra se llega a un museo, cerrado y sin indicaciones de horarios de apertura, y nada más en varios metros a la redonda. Eso sí, poco antes hay un buen aparcamiento para autocares, y junto al mismo museo otro para turismos. Pero nada más.

En otros lugares con cuatro cascotes mal colocados, te montan una maqueta al lado echándole más imaginación que el Barón de Munchahusen y ya tienen una buena cola de turistas dejándose el dinero a mansalva. Tal vez las ruinas de las afueras de la ciudad sirvieran para paliar las ruinas del interior.

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