Cuando se intentó explicar aquello de que fuera el funcionario encargado del Registro civil el que solucionara los conflictos en cuanto al orden de los apellidos, se dio el ejemplo un poco soso de que no era lo mismo pasarse toda la vida apellidándose Segura Guerra que Guerra Segura.
Estoy seguro de que cualquiera conoce casos mucho más sabrosos, curiosos y hasta morbosos, y nadie se ha roto las vestiduras, y los afectados han soportado con mayor o menor presencia de ánimo las sonrisas, bromas y punzadas que le lanzaría el personal.
Y siempre quedaban soluciones drásticas para cambiar el motivo de las risas. L'Osservatore Romano de 10 de abril de este año habla de la promulgación de un decreto de la Congregación para la causa de los santos. En él se anuncian las virtudes heroicas de la sierva de Dios María Dolores Inglese, monja profesa de la Orden de Santa Clara de Asís. Hasta ahí todo normal, pero lo curioso viene cuando se menciona su nombre en el siglo, vamos, con el que fue bautizada: María Libera Italia.
Vamos, que es de suponer que se metió a monja para poder cambiar de nombre, pero seguramente una de sus compañeras supo de sus apellidos originales, y vueltas las bromitas y escarnios, de ahí provendrían sus virtudes heroicas.
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