La partida continúa.

Parece ser que los yankees se han llevado por delante a Osama ben Laden, aunque tampoco uno se puede fiar, viendo lo de Libia lo mismo al que han eliminado es su cuñado, un sobrino u otro que pasaba por allí. 

Decía hace mucho tiempo Felipe González que él no celebró la muerte de Franco porque él no se podía alegrar por la muerte de un español (vete a saber qué hizo aquel día, y la galería es la galería)

Tampoco es que los estadounidenses se vayan a poner a llorar por un tío que les hizo tantas bajas de golpe, que no es norteamericano y que les está causando tantos gastos y quebraderos de cabeza.

El norteamericano de a pie por lo que se ve en la televisión no ha tenido empacho en salir a la calle a celebrarlo. Y es que cuando hace mucho que no se celebra nada se agarra lo primero que se pilla.

A Obama tampoco se le veía especialmente eufórico dando lo que va a ser una buena portada para los periódicos, y es que hay que comprender que el hecho tiene más de simbólico que de efectivo.

Cuando Bush Junior iba eliminando las cartas de esa baraja compuestas por los jerifaltes de Saddam Hussein, sabían que estaban decapitando la cúpula del régimen que habían derrotado, pero ahora han dado jaque mate en una partida que ha durado más de diez años. Osama ha tenido tiempo más que de sobra para crear una cantera de dirigentes. Si hubiera fundado una universidad de líderes terroristas, de sus aulas ya habrían salido cinco promociones dispuestas a martirizarse a ellos y a todo aquel que se les ponga a la vista.

Ha caído el rey de un bando, pero un rey que seguramente ya había abdicado de hecho. La partida continúa. Además esto no es un ajedrez normal. No basta con matar al rey, en esta partida hay que dejar al contrario sin fichas. Más bien es una partida de damas.