Fanfarronadas.

Ya estamos en Verano. Es lo que tienen las estaciones, que llegan con una puntualidad exquisita, y hasta donde se sabe jamás han llegado a su cita.

Algo así sucede con la acostumbrada noticia de que la liga de fútbol profesional amenaza con huelga, paro o suspensión coincidiendo con el comienzo de la liga. Ya sea por falta de pago a algunos futbolistas, por la televisión de pago u otro motivo, pero ya está aquí la acostumbrada bravata.

Lo que sucede es que como indefectiblemente es algo que sucede todos los años, pues los aficionados ni siquiera miran a la pantalla cuando en la barra del bar oyen la información. Y eso que a más de uno le vendría bien para poder acabar sin apremios ni conflictos familiares sus vacaciones estivales.

Se llega a la conclusión de que no es más que una artimaña para mantener la atención de la Sociedad durante el parón veraniego. Algo así como el comerciante que cierra su negocio en Agosto y coloca un cartel lo más vistoso y original posible en el escaparate avisando de que volverá en Septiembre.

En una disyuntiva similar se encuentran los que quedan del movimiento del 15-M. Las deserciones ya son masivas, y es que hay que irse de vacaciones, que no es cuestión broncearse con el tórrido sol de la ciudad. Hoy se votan importantes medidas de reforma laboral en el Congreso, y allí se han ido los supuestamente indignados. Es su examen final.

De momento parece que la Policía no les ha dejado acampar frente al Congreso, pero permanecen cerca. No parece que los parlamentarios vayan a tener que acceder en helicóptero debido a ninguna acción violenta porque ambos bandos están locos por tomar sus largas vacaciones.

¿Y en qué ha consistido la bravata final de los indignados?: Decir que están planteándose convocar una huelga general al margen de los sindicatos. Eso también es para ni mirar a la pantalla. Una cosa es conseguir que una pequeña fracción de la ciudadanía se pase por las plazas de las ciudades movidas por la simpatía, solidaridad o simple curiosidad, y otra que cientos de miles de ciudadanos renuncien a sus salarios durante un sólo día.

Eso sí que es una fanfarronada.