Uno recuerda a don Manuel Fraga Iribarne metiéndose en el agua de Palomares donde a EE.UU. se le habían extraviado algunas bombas nucleares que no llegaron a explotar. No debió entrar muy convencido pero de alguna manera había que demostrar que en el mar no había radioactividad. Aunque algo raro si debía haber y se sospecha si el valiente gesto no le ha conferido el don de la inmortalidad.
Años después pudimos ver al ministro Cañete comiendo carne española (de vaca) para demostrar que no estaba infectada del mal de las vacas locas.
Y recientemente hemos observado como la consejera andaluza de agricultura devoraba con saña un indefenso pepino, aunque más bien aquello parecía una petición de aumento de sueldo, porque viendo tamaña voracidad se llegaba a la conclusión de que los consejeros andaluces pasa mucha hambre.
Y bien visto, se podría establecer que cuando la autoridad estableciese una norma primero la padeciese en sus propias carnes. Que quieren montar una central nuclear, pues el responsable a vivir al lado. Que se baja el sueldo a los funcionarios, pues que primero se baje el suyo. Que se le quita la escolta a un amenazado por el terrorismo, pues a vivir a casa del que se queda desprotegido. Que se da vía libre a la llegada de inmigrantes, pues a tener de vecinos a unos cuantos recién llegados, etc.
Ya sé que eso tendría inconvenientes, porque aquí nadie aumentaría las penas carcelarias, autorizaría medicamentos novedosos ni mandaría militares españolas a lugar alguno, pero a menudo se llega a la conclusión de que los políticos cuando mejor funcionan es cuando se están quietecitos sin hacer nada. Ahí está el ejemplo de Bélgica, llevan ya unos cuantos meses sin gobierno y el país sigue en marcha. Es como la televisión, de vez en cuando no viene nada mal que se pase unas horas en Stand-by. Aunque ya se sabe que cuando más ahorra es cuando está apagada del todo.
Por cierto, ¿por qué nunca se nos da noticia alguna de lo que está pasando en Bélgica?
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