Estupor, perplejidad, temor y cierta indignación ha creado
la cruda sinceridad que ha tenido un empresario catalán al afirmar ante el
auditorio: “Ustedes tienen que elegir: o trabajan como los chinos, o nos
llevamos nuestra empresa a China”. Y se ha quedado tan a gusto.
Lo que no sabe este aprendiz de tiburón es que seguramente
en ese mismo momento unos cuantos centenares de empresarios chinos estaban diciendo a otros colegas: “o compiten
como los chinos, o llevaremos más empresas a España”.
Es cuestión de tiempo que España se va a llenar de empresas
chinas, con métodos chinos, objetivos chinos e incluso trabajadores chinos con
contratos chinos. No hay más que ver las facilidades mostradas por las administraciones
madrileña y catalana para cambiar la legislación laboral para conseguir que
Eurovegas se asiente en sus dominios.
Y luego no servirá de nada apelar al sentimiento patriótico
y fidelidad a lo propio. Lo primero que mira el consumidor en el producto es el
precio, y luego (y no siempre) cómo se llama la empresa que lo produjo.