Siempre he tenido la sensación de
que Marx fue un excelente diagnosticador de los males sociales, pero un nefasto
aplicador de soluciones, amén de peor aún pronosticador de resultados.
Acabo de leer un texto, que escribió en su
primera etapa. En él certeramente hace una descripción de la eterna
insatisfacción del consumidor, desasosiego del que se nutren las
multinacionales y grandes empresas para tener a todo miembro de la sociedad
encadenado a su puesto de trabajo, sin estar jamás satisfecho con lo que logra
y pensando que aún debiera lograr más, y que por tanto todo lo que reciba por
su labor va a ser menos de lo que realmente merece. A la vez que
consecuentemente reflexionará que lo que
percibe el compañero que tiene a su lado en el puesto de trabajo es más de lo
que en justicia debiera ser.
“Todo hombre especula con crearle al otro una nueva necesidad para
forzarle a un nuevo sacrificio, para ponerle en una nueva situación de
dependencia y para extraviarle en un nuevo modo de “placer”, y así, de ruina
económica. Cada cual busca construir una
fuerza esencial ajena sobre el otro para encontrar por esta vía la satisfacción
de su propia necesidad egoísta. Con la masa de los objetos crece, pues, el
imperio de los seres ajenos crece, pues, el imperio de los seres ajenos a que
el hombre está sometido, y cada nuevo producto es una nueva potencia del
reciproco engaño y de la explotación recíproca. El hombre empobrece tanto más
como hombre, tanto más necesita del dinero para apoderarse del ser enemigo; y el
poder de su dinero disminuye en relación inversa a la masa de producción, es
decir, su menesterosidad crece a medida que su dinero aumenta.”
Karl Marx. Manuscritos
económicos-filosóficos.
No cabe duda de que el hecho
desde su primera juventud Marx se sintiera atraído por la filosofía de Epicuro
tuvo mucho que ver con esta visión. En toda la obra se ve cómo la máxima de
Aristipo: “Poseo; no estoy poseído”,
sobrevuela en toda su extensión. Algo que amplía la cita de Epicuro: “La necesidad es un mal, pero no hay
ninguna necesidad de someterse a la necesidad.”
Frases que ciertamente lucen muy
bien como lucero guía de nuestro deambular por esta vida, pero que difícilmente
pueden hacer de guía de un pueblo. Marx propugnó subvertir el orden existente,
hacer que todos tuvieran parte en el pastel, que porque unos tuvieran un pedazo
más grande no hubiera otros que se quedaran sin las migas. La experiencia con
el Socialismo real nos mostró que todo quedó en un cambio de algunos comensales
pero con la mayoría recibiendo tan sólo migajas. No sirvió.
El sentimientos de necesidad es
consustancial al hombre pues el sentimiento de deseo es infinito y
permanentemente insatisfecho como el hambre y sed de Tántalo. Y si después de
tantos siglos de sociedad ningún ser humano ha logrado cambiar la naturaleza
humana, harto improbable se me antoja que alguien lo vaya a lograr en el
futuro.
No nos quedará más remedio que
como se recomienda en el Quijote: ¡Tened paciencia y barajar!
No cabe duda de que muchos de los
males de este mundo se pueden paliar, solventar poco a poco los entuertos con
los que nos encontremos e ir saliendo
del trance poco a poco, pero, eso sí, teniendo en cuenta que los experimentos
hay que hacerlos gaseosa, y que hay veces que es mejor dejar las cosas como
están para que el prójimo no tenga que decir aquello de “Virgencita, que me
quede como estoy.”