En época de profusión del paro laboral a las nuevas generaciones les interesa mantenerse cuanto más tiempo mejor estudiando, se supone que así tendrán mejor preparación y mientras esperan a que escampe y la cosa se presente mejor.
Claro, que todo ello si el estudiante es capaz de conseguir alguna beca que otra o los padres tienen el peculio y paciencia suficientes.
Y si el fracaso escolar se reitera con demasiada contundencia, pues no queda más remedio que instar al esforzado pero rechazado alumno para que lo deje y se busque algo en el mercado laboral, que "Quod Natura non dat, Salmantica non praestat".
El problema viene si el estudiante a pesar de los repetidos suspensos, a las dificultades que se encuentran todos los españolitos a la búsqueda de un puesto en el que ganarse el pan, se añade el de que por su condición no puede trabajar en cualquier cosa, que donde se deje el sudor de su frente ha de tener una cierta dignidad (a pesar de la dignidad que se le supone a casi todos los trabajos), categoría y remuneración.
Y ese problema lo vamos a tener sobre la mesa más pronto que tarde en el caso de Froilán de Todos los Santos. Al parecer el mozalbete ha heredado todas las aptitudes estudiantiles por parte materna y poca o ninguna por parte paterna. Y este año su familia se ha dispuesto ilusionada a sufragarle su tercer intento para superar 2º de la ESO.
Y mucho me temo que cuando haya que buscar un destino a la criatura, la madre, no muy acostumbrada ella a lidiar con los bretes de la vida diaria, acudirá al hermanísimo, y o Felipe VI tiene una buena ocurrencia, mucha habilidad y algo de suerte para buscarle algo a la altura pero sin dar demasiado el cante, o de aquí a pocos años estaremos hablando de que el ciudadano Froilán también se ha hecho republicano.