25 de abril.

 Hoy, 25 de abril, en la relación de efemérides, saldrá en primer lugar el aniversario de la revolución de los claveles en Portugal.

Pero este día también hay otras efemérides de todo tipo. Por ejemplo, cada 25 de abril es el AnZac Day. Ese día se recuerda a los soldados australianos y neozelandeses que cayeron en la batalla de Galípoli, frente al imperio otomano durante la I Guerra Mundial. Batalla que se saldó con una derrota en la que se calcula que murieron alrededor de 8000 soldados de ambos ejércitos.

Hoy he podido ver como la bandera de la Embajada de Australia ondeaba a media asta por dicho motivo. Curiosamente, a la hora en que Australia pasaba a disfrutar del martes, la bandera ha vuelto a su posición normal.

¿A alguien se le ocurre pensar qué pasaría si a las republicas hispanoamericanas se les sugiriera algo similar para honrar a sus caídos defendiendo al imperio frente a los ingleses, holandeses o franceses? Nada que ver.

A palos.

 Hay tal afán por conservar la salud y mantenernos bellos y esbeltos, que ya no sabemos ni a qué recurrir.

Este fin de semana leía acerca de la maderoterapia, que como su nombre indica, trata de los supuestos efectos terapéuticos del contacto de la madera con el cuerpo humano.

Había oído cosas similares de las piedras, el chocolate, el vino (por fuera), el barro, etc., así que ahora le toca a la madera.

Tan efectiva no debe ser tan noble materia, pues durante siglos se ha enterrado a los difuntos en féretros de madera, y nunca se ha oído de ninguno que sanara y volviera a la vida. Y en tiempos pasados más de uno ha pasado a mejor vida en la hoguera, sin que la madera en que era abrasado le reportara beneficio alguno.

También se le podía preguntar al bueno de Sancho, que a lo largo del libro es apaleado en alguna que otra ocasión, y Cervantes no nos dice que se rebajara su obesidad o la halitosis pertinaz que padecía.

Y qué decir del gremio de los carpinteros, que más contacto que ellos nadie tiene con la madera. Nunca se ha oído que sean especialmente longevos o que gocen de una salud excepcional. Tal vez la única excepción sería Jesucristo, carpintero, pero que casualmente murió en una cruz, y al resucitar no fue en una caja de madera, sino en un frio sepulcro de piedra. Y las pedradas, bien dirigidas, también se han llevado unos cuantos por delante.

Pues nada, todo indica que se trata de otra estafa bien planeada.

El cuaderno.

 

En Gran Bretaña andan todo felices porque finalmente han aparecido dos cuadernos desaparecidos de Darwin.

En 2000 desaparecieron de la biblioteca de Cambridge durante una sesión fotográfica. Cuando se echaron en falta no se sabia si había sido un robo, un sabotaje o simplemente que se había colocado en el lugar incorrecto al devolverlos a su lugar.

Durante años se buscó entre los más de diez millones de piezas con que cuenta la biblioteca, y aquello no aparecía para desesperación de la bibliotecaria.

Y ahora, han aparecido, de repente, dentro de un paquete, en el suelo de un área donde no hay cámaras de seguridad (llama la atención que después de lo que pasó siguiera habiendo áreas así), dentro de una bolsa de papel donde figuraba el mensaje “Felices Pascuas, bibliotecaria.” Y por toda firma X.

Los que ya peinamos canas, nos acordamos de Mr. X, al que hace ya muchos años se vinculaba el dirigir los GAL, y cuya identidad muchos atribuían al expresidente Felipe González.

El expresidente hace ya mucho que peina canas, y sería lógico que en pleno declive físico pasara de combatir a ETA por medios ilegales hubiera pasado a sustraer libros de biblioteca, pero con la pensión que debe cobrar no parece de mucho sentido común.

No, parece que el X británico y el X hispano deben ser individuos distintos.

Estudiando.

 Hace poco Merriill Pittman Cooper ha logrado su sueño de toda la vida, licenciarse en Derecho. Y es de toda la vida, porque comenzó la carrera a su debido tiempo, pero por eso de la familia, los apuros económicos y demás avatares, lo tuvo que dejar para más adelante.

Ahora ha llegado el momento, y se ha licenciado nada menos que con 101 años, en la flor de la vida. Y lo curioso es que tan sólo le han exigido cursar las asignaturas que le faltaban, ya que algunas las había aprobado de joven.

Igualito que en España, donde dejas la carrera diez años y te enfrentas a que en ese tiempo hayan trascurrido dos o tres planes de estudio, y como te descuides hasta te hacen empezar por la educación infantil. Amén de que tienes que hacer tantos trámites burocráticos que es fácil que igualmente llegues a los 101 años, pero para recomenzar la carrera. Lo bueno es que como ahora las carreras son más cortas, te ahorras algunos libros que llevarte a los viajes del IMSERSO para ir repasando en el autobús.