Este domingo pasado, a la afición de un equipo de la primera división no le han permitido ocupar una porción de sus localidades.
El motivo fue que en un partido anterior, desde esa zona arrojaron mecheros, monedas y otros objetos al portero rival. Nada que objetar.
Este domingo, la inmensa mayoría de la afición de otro club ha ovacionado a un escalador que coronó una cima con la bandera de ese equipo. Nada que objetar sino fuera porque en esa bandera había añadido el escudo de la banda terrorista ETA, distinguida por matar más de 850 personas en su historia. Todo que objetar.
Me pregunto si la Liga Profesional debería sancionar igualmente a ese club, porque los que ovacionaron al indigno montañero fueron todos los asistentes. Bueno, supongo que los aficionados del Espanyol no estuvieron por la labor.