La Sentencia.

Hay que ir adelante, avanzar. Cuando te encuentres un traidor llámale traidor. Cuando te encuentres un ladrón, llámale ladrón. Cuando te encuentres un cobarde, llámale cobarde. Siempre adelante, hasta encontrar el sepulcro del hombre que nos va a rescatar en los luceros. Miguel de Unamuno.

domingo, 29 de marzo de 2020

Preguntas.


Cuando la maldita pandemia sea historia, poco a poco se irán sabiendo datos que ahora son pura incógnita: causas, errores a evitar, remedios que se podrían haber aplicado, vacunas, etc.

Pero una duda que sobrevuela el ambiente y que posiblemente jamás podremos averiguar, es quién decide y filtra las preguntas que se presentan al Sr. Presidente en sus comparecencias.

Con la excusa de que no puede haber periodistas presentes, alguien desconocido decide qué preguntas tienen el privilegio de llegar hasta el jefe del ejecutivo y ser respondidas, y cuales son eliminadas por, supuestamente, estar en franca minoría y no coincidir con lo que preguntan más periodistas.

Supongo que todas las cuestiones rechazadas acabarán en la papelera virtual de un ordenador de Moncloa, pero sería un dato interesante para la historia saber cuáles eran esas interrogaciones repudiadas.

Aunque confío en que cuando los periodistas puedan volver físicamente a la Moncloa alguien pueda hacer la pregunta.

miércoles, 25 de marzo de 2020

El Convenio.

Sucedió en una ciudad venezolana fronteriza con Colombia, donde se habían ocultado no menos de 1.940 kilos de cocaína, a la espera de su traslado a Estados Unidos. Así lo confirmaron los voceros de los cuerpos policíacos que tuvieron la suerte de descubrir aquella droga en manos de una poderosa red de narcotraficantes. La red, que tenía nexos con algunos de los carteles colombianos, logró falsificar la firma del canciller venezolano y crear documentos oficiales para «exportar» la cocaína oculta en 110 bultos de libros religiosos.

Los primeros 60 kilos de cocaína, de un total de dos toneladas, llegaron al aeropuerto internacional de Maiquetía procedentes de San Cristóbal. Como se presumía que se trataba de una valija diplomática, la droga escondida en los bultos de libros pasó todos los controles policiales y aduaneros de la terminal aérea. Todo estaba en orden, salvo un pequeño detalle. «¿Cómo era posible —se preguntaron los empleados del Ministerio de Economía— que personal tan calificado de la Cancillería no supiera cómo escribir la palabra “convenio”?» Efectivamente, aquellos traficantes de drogas, pero no de palabras, habían cometido la imperdonable falta ortográfica de escribir «conbenio»  por «convenio»  en el documento de exportación. Si no hubiera sido por eso, es probable que los agentes de la aduana no habrían vuelto a revisar los bultos, ni habrían encontrado entre los libros los 60 kilos de cocaína.

Y es que está visto que hasta para ser delincuente viene bien un poco de cultura.

domingo, 15 de marzo de 2020

Como ratas.

Durante estos días en que gobiernos, organizaciones internacionales y, por supuesto, ciudadanos andamos como gallinas sin cabeza soportando al dichoso coronavirus, se pueden oír y ver todo tipo de disparates acerca de su origen.

Uno de los más recurrentes es que esto es cosa de Trump por aquello de la guerra comercial que sostiene con China, sobre en todo lo relacionado con la Telefonía, algo que parece que va sustituyendo al petróleo como objeto de los deseos.

Pero opino que si ese fuera el motivo, el modo empleado sería algo chapucero, pues la plaga se está extendiendo a aliados importantes de EE.UU. incluso a él mismo. Además, un virus que perjudica principalmente a los viejos y a los jóvenes (que son los que combaten y trabajan) solo les hace toser y estar unos días griposos no parece el arma definitiva. No creo que vayan por ahí los tiros.

Casi vería más factible que un laboratorio chino un experimento se haya desmadrado y ahora se trata de revertir el desastre. No lo podemos saber y seguramente no lo sabremos.

Lo que sí parece es que este año de la rata va a sacar lo mejor y lo peor de cada ciudadano y de cada país.

domingo, 8 de marzo de 2020

Manifestaciones.

No se les puede echar en cara a los de Ciudadanos que les falte persistencia y presencia de desaliento.

Nuevamente han querido participar en las diversas marchas feministas por toda España y nuevamente han tenido que sufrir acosos, insultos y algún que otro objeto tirado. No aprenden.

Ni siquiera les ha servido ser el único partido cuyo principal dirigente es mujer. Hagan lo que hagan no son tolerados. Hasta en la marcha del orgullo lo tienen más fácil. Otros partidos a su derecha ya lo tienen aprendido y ni se lo plantean.

Tal vez la solución sea algo muy a la hispana: la división.

No hay más que ver lo que sucede cada 1º de mayo, donde los sindicatos mayoritarios montan un recorrido y, luego, los minoritarios marchan por otros lugares.

Lo siento por las autoridades municipales que deberán montar las infraestructuras para tantas marchas, pero es el futuro.

Y como consuelo les diré que tal vez también suceda como con el 1º de mayo, la asistencia cada vez será menor.

domingo, 1 de marzo de 2020

Dos escenas.

Y ayer, domingo, pude ser testigo de dos escenas de lo más curioso.

Por la mañana, una chica joven, asistiendo a una ceremonia religiosa, y cuando llega el momento de darse la paz, aún siendo española a toda vista, repentinamente se hace la sueca y no  da la mano absolutamente a nadie. Todo ello ayudado porque previamente se había sentado un lugar apartado de cualquier otro fiel que le pudiera pasar, en vez de la paz, algún virus indeseado.

Como me había quedado intrigado acerca de su conducta, asimismo pude observar como a la hora de recibir la comunión, hizo porque le fuera entregada en mano, y una vez ahí, con sumo disimulo, limpiar la hostia con un pequeño pañuelo antes de ser ingerida para su bienestar espiritual.

Algunas horas más tarde, varias decenas de miles de aficionados hacinados en el estadio de fútbol. Bufandas en vez de mascarillas, y al producirse un gol del equipo local, abrazos, palmoteos, gritos con profusión masiva de gotitas de saliva que se repartieron equitativamente entre el personal asistente.

Sí, de lo más curioso.