Dejo a continuación el texto de uno de los salmos que más me llaman la atención, más que por su composición por su motivación y circunstancias.
En este caso el salmo no está escrito por David sino por un autor que está desolado porque los asirios han arrasado el reino de Israel , el formado por las diez tribus y se han llevado a la mayoría de su población.
Él, que vive en el reino del sur, formado por dos tribus, clama porque ese reino del norte sea restaurado y cese el furor de Dios y todo vuelva a ser como estaba antes.
Pero se dice que aunque Dios atiende nuestras súplicas, él sabe lo que más nos conviene e interesa, así que el autor de este salmo a mi entender no quedará como el escritor de un salmo sobre el deseo de restauración, sino como el salmo de la paciencia, porque tiempo después los babilonios arremeterán contra ese reino del sur, y también se llevarán a su población al exilio.
Dada que está segunda conquista se produjo más de 100 años después es difícil que el escritor del salmo viera como sus esperanzas se iban al traste, y más difícil todavía que viera como en 1.948 se funda el estado de Israel, y muchos vieran ese hecho como una satisfacción del deseo de ese salmo. Alguno dirá que más vale tarde que nunca, pero lo curioso es que actualmente muchos judíos lo rechazan, pues su fundación han venido por medios humanos y no por voluntad divina. Así que la restauración anhelada tendrá que seguir esperando según ellos.
Salmo 80
Súplica por la restauración.
Al músico principal; sobre Lirios. Testimonio. Salmo
de Asaf.
1 Oh
Pastor de Israel, escucha;
Tú que pastoreas como a ovejas a José,
Que estás entre querubines, resplandece.
2 Despierta tu poder delante de
Efraín, de Benjamín y de Manasés,
Y ven a salvarnos.
3 Oh Dios, restáuranos;
Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.
4 Jehová, Dios de los ejércitos,
¿Hasta cuándo mostrarás tu indignación contra la oración de tu pueblo?
5 Les diste a comer pan de lágrimas,
Y a beber lágrimas en gran abundancia.
6 Nos pusiste por escarnio a nuestros
vecinos,
Y nuestros enemigos se burlan entre sí.
7 Oh Dios de los ejércitos,
restáuranos;
Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.
8 Hiciste venir una vid de Egipto;
Echaste las naciones, y la plantaste.
9 Limpiaste sitio delante de ella,
E hiciste arraigar sus raíces, y llenó la tierra.
10 Los montes fueron cubiertos de su
sombra,
Y con sus sarmientos los cedros de Dios.
11 Extendió sus vástagos hasta el mar,
Y hasta el río sus renuevos.
12 ¿Por qué aportillaste sus vallados,
Y la vendimian todos los que pasan por el camino?
13 La destroza el puerco montés,
Y la bestia del campo la devora.
14 Oh Dios de los ejércitos, vuelve ahora;
Mira desde el cielo, y considera, y visita esta viña,
15 La planta que plantó tu diestra,
Y el renuevo que para ti afirmaste.
16 Quemada a fuego está, asolada;
Perezcan por la reprensión de tu rostro.
17 Sea tu mano sobre el varón de tu
diestra,
Sobre el hijo de hombre que para ti afirmaste.
18 Así no nos apartaremos de ti;
Vida nos darás, e invocaremos tu nombre.
19 !!Oh Jehová, Dios de los ejércitos,
restáuranos!
Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.