A ver si va a resultar que al final no todo lo que va mal es culpa de la civilización occidental.
A ver si va a resultar que otros pueblos y culturas también tienen sus defectos, fallos y averías.
A ver si va a resultar que sociedades que vemos impermeables, monolíticas e intratables no lo son tanto.
Hemos tendido va ver a los países islámicos como naciones con las que hay poco que hacer. Donde religión es lo mismo que cultura, derecho, arte y hasta idioma. Y donde se ha visto a los misioneros cristianos que se han atrevido con ellos como una especie de Rambos alocados abocados al fracaso más absoluto cuando no a la muerte.
Pero de vez en cuando nos llegan noticias que nos hacen dudar de esa visión. Sirva, por ejemplo, lo que acaba de suceder en Libia, ese país donde se destronó a Gadafi, donde el Islam más radical pugna por hacerse con la poltrona y donde, al menos en las estadísticas, el 97% de la población es musulmana.
Al parecer acaban de fallecer 87 personas y 1014 permanecen hospitalizadas después de haber ingerido alcohol adulterado.
Mucho alcoholizado para pensar que pudiera tratarse de ese 3% no musulmán, y más si vemos que entre los intoxicados hay tunecinos, egipcios, marroquíes, sudaneses, somalíes, amén de un buen porcentaje de libios.
Y es que el alcohol por esos pagos es prohíbido pero corre de forma ilegal que da gusto, sólo que algún espabilado ha querido aumentar los beneficios reduciendo la calidad en demasía y la ha liado.
Recuerdo que un compañero de trabajo nos contaba que había estado trabajando unos años en una factoría petrolífera en Argelia, y cuando se celebraba una fiesta se colocaba en una mesa aparte lo prohibido por el Islam: todo lo relacionado con el cerdo y alcohol.
Nos contaba que al menos un 90% de los trabajadores eran musulmanes, pero en diez minutos en esa mesa no quedaba nada de nada, y no porque algún fanático religioso lo hubiera retirado de la circulación.
Tengo mi teoría propia de que al bloque soviético lo tumbó la vodka, así que va siendo hora de que en vez de mandar a Afganistán e Irak soldados y aviones, mandemos cartones de Don Simón.