No sé si alguien se ha dignado en comprobar cuántos son los reporteros heridos o muertos dando información en conflictos bélicos. Seguramente el número habrá descendido radicalmente, y no porque se produzcan menos guerras en este mundo. Los escenarios pueden haber cambiado, pero las balas siempre están silbando en algún lugar del mundo, y cámaras y periodistas se afanan por darnos la información más veraz y más documentada posible.

Pero al parecer, los directivos de las diversas emisoras han debido pensar que alguien debería soportar ahora las dificultades, los riesgos y los sufrimientos de dar la información en la calle.
Y al parecer ese "marrón" ha recaído sobre los periodistas que informan acerca de cómo está el tiempo por las diversas regiones españolas.
Y ahí podemos ver a sufridos reporteros explicando que está lloviendo mucho donde se encuentran y para ello se tienen que colocar bajo la lluvia soportando un aguacero sobre su cabeza, aguantando estoico un huracán que le quiere cambiar de provincia, mientras el cámara a duras penas consigue enfocar a su compañero que apenas consigue articular palabra.
Hasta ahora todo se limita a decenas de periodistas remojados, cámaras a punto de oxidarse por la humedad y alguna que otra baja por resfriado, pero un día va a haber una desgracia, y alguien va a ser alcanzado por un rayo, descalabrado por un granizado traicionero o fenecido por una pulmonía doble, y ahí vendrán los lamentos a destiempo.
Con lo fácil y cómodo que sería una sola persona informando al lado del mapa del tiempo.