Big Bang.

 Y como de costumbre, según se acerca la Navidad, hay algún ayuntamiento quiere innovar en sus preparativos para conmemorar esas fechas.

Por supuesto, la gran consigna es no llamarlas Navidad, eso sería lo último. A cambio lo llamarán solsticio, fiestas, etc. pero jamás Navidad.

Ahora le ha tocada pifiarla al ayuntamiento de Barcelona. Omitiendo toda referencia a lo religioso, han decidido prescindir de toda referencia a lo religioso, así que parecer ser que la decoración está encaminada al Big Bang, no la serie, sino a la teoría científica que aventura cómo fue el origen del Universo.

Supongo, que si es preciso, hasta asegurarán que estudios de expertos prueban que el Big Bang aconteció allá por diciembre de algún año.

Bueno, allá ellos, pero lo que me pregunto, es cómo van a hacer compatible la figura del Caganer dentro de la teoría del Big Bang.

Brazalete azul.

Cuando ya parece claro que Trump va a volver a la Casa Blanca, hay algunos colectivos que se han echado a temblar.

Uno de ellos es el de las feministas radicales, que para mostrar su adhesión a Kamala, han decidido adoptar algunas pautas para identificarse entre ellas, y, a la vez, manifestar su postura ante los demás.

Ellas han decidido raparse el pelo, portar mascarilla y llevar una brazalete azul. Supuestamente, de esa manera se pueden identicar entre ellas. Más o menos como los esperantistas, que se identifican entre ellos mediante la insignia de una estrella verde, o los muchos gestos que tienen los masones para saber si están ante un colega o no.

Pero teniendo en cuenta que muchas pacientes oncológicas suelen perder su pelo y verse con la necesidad de utilizar mascarilla quirúrgica, al final solo podrán tener seguridad de encontrarse ante una correligionaria, sera utilizar el brazalete azul. Podían haber empezado por ahí.

Parar.

 Para justificar que el Congreso de los diputados prosiguiera con su actividad normal, Pachi López espetó que si alguna otra empresa había dejado de funcionar por respeto a los muertos, heridos y damnificados en las inundaciones de Valencia.

Creo que habría que aprovechar tan “sabias” palabras para proponer que de ahora en adelante se trate a los señores diputados como al resto de los trabajadores españoles, con sus sueldos, pensiones, horarios de trabajo, cotizaciones, dietas, etc.

Si tal cosa sucediera, que lo dudo, sin duda los señores diputados ganarían en credibilidad, prestigio y respeto.

Sugiero asimismo, que así se haga, para que se puedan equipar al resto de los españolitos que no dejan de trabajar pese a la tragedia.