Este sábado pasado me tragué el partido de tenis entre Suecia y Kazajistán en el Madrid Arena. Con el nuevo formato dado a esta competición, me supuso ver unas seis horas de tenis. Casi nada, así que uno se podía dar cuenta de todos los detalles del partido: la “coreografía” de los recogepelotas, los gritos de los jugadores, o que los suecos a menudo hablaban entre ellos en inglés mientras que los kazajos también se animaban en ruso. Cosas de los que disfrutan de la condición de poliglotas. los diálogos entre los jugadores.
Pero un detalle que me llamó la atención es como las nuevas tecnologías también han influido en los gestos de los jugadores. En el partido de dobles, los jugadores tienen que comunicarse sus estrategias como cómo van a hacer el saque, a donde se debe desplazar el que resta, etc.
Eso es algo que ha pasado en toda la historia del tenis, pero me llamó la atención que para hablar entre ellos, los jugadores se tapaban la boca, por aquello de que ninguna cámara identificase lo que hablaban. Algo impensable hace años, porque no creo que el motivo fuera que la pareja contrincante adivinara lo que conversaban. Harto difícil para los suecos descifrar una charla en kazajo o ruso a casi 24 metros, o para los kazajos hacerse idea de una conversación en sueco, pero nunca se sabe.
A ver cómo los suecos pueden entender que cuando los kazajos se dicen “Qatti soqqui” están pidiendo que el saque se haga con un buen zurriagazo. O “Slå hårt” si son los suecos los interlocutores.
Vamos, que las manos sobran.