Y ayer, domingo, pude ser testigo de dos escenas de lo más curioso.
Por la mañana, una chica joven, asistiendo a una ceremonia religiosa, y cuando llega el momento de darse la paz, aún siendo española a toda vista, repentinamente se hace la sueca y no da la mano absolutamente a nadie. Todo ello ayudado porque previamente se había sentado un lugar apartado de cualquier otro fiel que le pudiera pasar, en vez de la paz, algún virus indeseado.
Como me había quedado intrigado acerca de su conducta, asimismo pude observar como a la hora de recibir la comunión, hizo porque le fuera entregada en mano, y una vez ahí, con sumo disimulo, limpiar la hostia con un pequeño pañuelo antes de ser ingerida para su bienestar espiritual.
Algunas horas más tarde, varias decenas de miles de aficionados hacinados en el estadio de fútbol. Bufandas en vez de mascarillas, y al producirse un gol del equipo local, abrazos, palmoteos, gritos con profusión masiva de gotitas de saliva que se repartieron equitativamente entre el personal asistente.
Sí, de lo más curioso.
Hay de todo, es cierto.
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