La Sentencia.

Hay que ir adelante, avanzar. Cuando te encuentres un traidor llámale traidor. Cuando te encuentres un ladrón, llámale ladrón. Cuando te encuentres un cobarde, llámale cobarde. Siempre adelante, hasta encontrar el sepulcro del hombre que nos va a rescatar en los luceros. Miguel de Unamuno.

lunes, 18 de abril de 2022

A palos.

 Hay tal afán por conservar la salud y mantenernos bellos y esbeltos, que ya no sabemos ni a qué recurrir.

Este fin de semana leía acerca de la maderoterapia, que como su nombre indica, trata de los supuestos efectos terapéuticos del contacto de la madera con el cuerpo humano.

Había oído cosas similares de las piedras, el chocolate, el vino (por fuera), el barro, etc., así que ahora le toca a la madera.

Tan efectiva no debe ser tan noble materia, pues durante siglos se ha enterrado a los difuntos en féretros de madera, y nunca se ha oído de ninguno que sanara y volviera a la vida. Y en tiempos pasados más de uno ha pasado a mejor vida en la hoguera, sin que la madera en que era abrasado le reportara beneficio alguno.

También se le podía preguntar al bueno de Sancho, que a lo largo del libro es apaleado en alguna que otra ocasión, y Cervantes no nos dice que se rebajara su obesidad o la halitosis pertinaz que padecía.

Y qué decir del gremio de los carpinteros, que más contacto que ellos nadie tiene con la madera. Nunca se ha oído que sean especialmente longevos o que gocen de una salud excepcional. Tal vez la única excepción sería Jesucristo, carpintero, pero que casualmente murió en una cruz, y al resucitar no fue en una caja de madera, sino en un frio sepulcro de piedra. Y las pedradas, bien dirigidas, también se han llevado unos cuantos por delante.

Pues nada, todo indica que se trata de otra estafa bien planeada.

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