En las retransmisiones deportivas es muy sabido que cuando el resultado final de un partido es mas que previsible, el locutor trate de convencer al espectador de que todo puede pasar, que no se despegue de la pantalla y que como se le ocurra cambiar de canal va a perderse algo histórico que no se va a repetir en los próximos siglos.
En las elecciones francesas el guion se ha repetido demasiadas veces. Es lo que tiene el sistema de doble vuelta, que el país cuna de revoluciones está vacunado contra las sorpresas. Da igual lo que suceda en la primera vuelta, si surge alguna anomalía, los votantes derrotados se unen para votar al moderado y todo vuelve a calma. Ya sucedió con Chirac. Los electores de las demás formaciones dirán que no les queda más remedio que votar con la nariz tapada, y todo queda como antes.
La única opción para la sorpresa era que vencieran las candidaturas extremistas, en cuyo caso los "normales" quedaban excluidos, pero el candidato de extrema izquierda ha quedado fuera de combate, con lo cual Le Pen, que además ni siquiera ha ganado, tendrá a todos en contra. No tiene nada que hacer. La candidata favorita de Trump y Putin está abocada al fracaso. El Sistema gana
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Pues, sí. Así suele suceder siempre en la France. Cuando parece que todo gabacho cabreado con sociatas y conservadores va a sacar adelante a los más extremistas, quedan a tomarse un vermut en la Segunda Vuelta y volver a poner a uno de los que detestan. Pero menos que a la nazi de turno.
ResponderEliminarEs tal cual lo dices. En eso han estado espabilados.
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