Pero siempre quedarán los recuerdos del pasado para que, cuando alguien lo crea conveniente, pueda ser rescatado del olvido.
Un ejemplo lo claro se puede encontrar durante la ceremonia de coronación de Isabel II en 1.953, evento al que acudieron Jefes de Estado, políticos y celebridades de todo el mundo. Entre ellas estaba la reina Salote de Tonga, una buena mujer, obesa como pocas y que era llevada en un carro descubierto tirado por caballos pese a que estaba lloviendo a cántaros. El público que atestaba las calles se dio cuenta de que alguien, diminuto en comparación, acompañaba a la mojada monarca y preguntó en voz alta: ¿Y ese quién es?, y el típico chusco contestó: ¡Ese es su almuerzo!, comentario que corrió como la pólvora y hasta repitió el comentarista de la retrasmisión televisiva.
Hoy en día, el periodista hubiera perdido su puesto y el autor de la frase se hubiera librado de la hoguera porque es difícil montar una cuando está lloviendo, que si no...
(En la imagen ni siquiera se ve el almuerzo)
Ya ves a lo que nos ha reducido la censura de lo politicamente correcto. Muchísimo peor que los censores del Invicto.
ResponderEliminarY lo "pior" es que hasta los british han perdido su sentido del humor en público.
Ahora te pueden masacrar hasta por abrir la boca, aunque no llegues a decir nada.
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