Reconozco que nunca he sido muy aficionado a Asterix, me
decepcionaba profundamente saber que pasara lo que pasara durante la historia,
al final la viñeta que cerraba la trama era un banquete donde todo acababa bien
para los bueno –a excepción del bardo de
la aldea-. Todo eran buenos dibujos, personajes más o menos conseguidos,
pero nada de emoción acerca del resultado final.
Algo parecido me pasaba con Supermán, aunque los guionistas
parece que han detectado el problema y
al parecer (ya no estoy tan al tanto de sus aventuras desventuras) han llegado a matarle y describir cómo se comportan los demás
superhéroes con el hombre de acero fiambre.
Por todo ello me produce un especial placer cada vez que
Rafa Nadal se lleva una Roland Garros, el piloto, en las Galias. Los
aficionados franceses se sienten como yo, saben que el balear debe contar con alguna
poción mágica que reduce los daños de su rodilla, y se acaba llevando el
trofeo. Si esto sigue así, las gradas se van a despoblar de franceses que
habrán de esperar pacientes a que la
biología haga su efecto, y el manacorí
lo tenga que dejar por aquello de los achaques de la vejez, y mientas recen porque no le dé por que tenga un descendiente que lo
vengue una vez que deje la raqueta.
Es un portento y Roland Garros es su torneo.
ResponderEliminarno es español, no puede serlo
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