Rastrando.

 En su desesperación por mantener el poder, el gobierno está dando la nacionalidad a diestro y siniestro, con la idea de que todo ello son votantes seguros, a la par que todo ello le da pedigrí de un progresismo que le hace sentir bien y satisfecho.

Después de conceder la nacionalidad a descendientes de exiliados de la España postguerra en Sudamérica, ahora se dispone a conceder el pasaporte a unos 170 descendientes de brigadistas internacionales. Sí, esos que vinieron a matar españoles.

Supongo que lo siguiente será rastrear por Filipinas por si queda algún que otro ciudadano con algún gen hispano, o incluso por Portugal, ya que durante un tiempo aquello perteneció al imperio.

No sé qué pensarían sus antepasados internacionalistas si supieran que su esfuerzo bélico serviría para que su progenie obtenga un pasaporte donde figura la bandera rojigualda. Qué paradoja.

Maniquí.

 Últimamente ha surgido la noticia de que las autoridades pueden sancionar, y además con fuerza, a aquellos propietarios de viviendas que coloquen una placa o pegatina mostrando que la vivienda está protegida por alarma sin estarlo.

Entiendo que lo suyo sería que la sanción necesitara que la empresa no contratada denunciara, pero parece que no es necesario.

Tampoco sé si se podría sancionar al propietario que se inventara una placa, sin mezclar a ninguna empresa realmente existente.

Todo parece que se reduce a allanar el camino a ladrones, ocupas y demás ralea. Ya solo faltaría que el gobierno impusiera la obligación de señalizar al propietario que la vivienda no está habitada.

Mientras tanto, una gasolinera ha disfrazado un maniquí de guardia civil, y desde entonces la velocidad de los vehículos que transitan frente al establecimiento se ha reducido considerablemente y han disminuido los accidentes que antes se producían.

¿No estaríamos ante el mismo supuesto?

¡Al agua, móviles!

 Como era previsible, en los dichosos barcos de la flotilla no ha aparecido ayuda ninguna. Una de dos, o se la han ido comiendo con todo lo que han tardado en hacer la ruta, o en ningún momento ha habido alimentos en las bodegas.

También es menester señalar que tampoco han aparecido armas para los terroristas, como en ocasiones han sugerido las autoridades israelíes.

Puesto que los marinos improvisados van a ser deportados por vía aérea, queda por saber qué va a suceder con todos esos barcos. Tal vez podrían servir para ir buscando todos los teléfonos que fueron a parar al fondo del mar al ser abordados los barcos. Porque si una mísera pila ya contamina unos cuantos litros de agua, es de suponer que un teléfono, batería incluida, debe contaminar mucho más. Y no parece que Greta se haya opuesto en modo alguno al proceder de tan extraño compartimiento. Solo faltaría que apareciera una imagen de Greta desprendiéndose de su celular.

Es curioso, cuando llega una patera a las costas españolas, los inmigrantes se deshacen de su documentación pero conservan a toda costa sus teléfonos, en el caso de Gaza han hecho exactamente lo contrario.