Cuando escribo esto, el ínclito Puigdemont, aquel cuyo nombre los nacionalistas decían que los catalanes no íbamos a poder pronunciar y que hemos aprendido tras pronunciarlo constantemente, ha sido puesto en libertad.
No se sabe cómo acabarán sus andanzas, aunque todo parece que tras la marejada vendrá la calma chicha, y que el Napoleón ameriense aún tendrá que estarse una buena temporada fuera de la península, y es que tras el desaguisado que provocó, parece que nada salirle a derechas al ex-alcalde de Gerona.
Tal y como van las cosas, parece que el ex-honorable se fue a Bélgica buscando la complicidad flamenca y se va a encontrar con su Waterloo, que anda cerca de Bruselas.
Mientras tanto parece que se desvanece su sueño de una lista única. ERC, CUP y demás abanderados del independentismo no parecen haber picado el señuelo, y el gerundés puede ser desechado tras verificarse que su tiempo ha pasado. No descartaría que hasta en su propio partido decidan prescindir de el, pedirle que siga de zascandil por tierras extranjeras y hasta volver a cambiar el nombre al partido para ir borrando el rastro. Es algo que han debido aprender del baile de siglas de los batasunos a lo largo del tiempo.
Mientras tanto estoy seguro que el bueno de Carles no dejará de repetirse: ¿Por qué saldría yo de Girona?
Por mucho que al PUCHDEMONT lo hayan soltado los flamencos, aquellos a los que el Duque de Alba ponía firmes hasta en la letrina, ya sabemos que, como bien dices, terminará o bien repudiado por los propios o bien en una prisión de Castilla.
ResponderEliminarLo de cambiar de nombre al Partido y las manifas esas sosas sin quema de buses ni contenedores (que es como se hacen bien) lo han copiado a los Batasunos. Y hasta las encarteladas.
Son simios copiones.
Por mi, que se quede allí para no volver.
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