Reconozco que a mí con la RAE me pasa como con los políticos que cuando una sentencia judicial mete un varapalo importante a su partido, salen con aquello de que respetan y acatan pero no la comparten.
Hay decisiones de la RAE que no pueden por menos que causar sorpresa, estupor y hasta incontenible enojo.
En ocasiones produce la sensación de que los señores académicos, viendo que no consiguen sus loables propósitos, deciden unirse al enemigo.
El dejar de colocar la tilde para diferenciar los demostrativos o el colocarlo sobre la o colocada entre números es difícil de superar en cuanto a desacierto, pero es lo que hay. Tal vez cuando esa tilde omitida entre cifras cause importantes errores en informes macroeconómicos y facturas de todo tipo, se den cuenta del desafuero.
Ignoro si alguna vez la RAE habrá vuelto sobre sus pasos rectificando, pero dado que cuando se le echa en cara a la venerable institución que acoja términos racistas y machistas, se excusa diciendo que ella sólo (coloco la tilde con toda la intención del mundo) recoge el lenguaje tal y como se usa, se me ocurre que si de forma masiva los escribientes no dejamos de usar esas tildes diferenciadoras y útiles, la RAE tendría que volver sobre sus pasos, y dejar las cosas como estaban.
Difícil es la misión, porque ni Juan Ramón Jiménez logró imponer su propia regla sobre el uso de la g y j, pero por intentarlo que no quede.
Cuánta razón tienes sobre las tontadas que la RAE ha dictado en los años en que está bajo la bota de los "progres-retros".
ResponderEliminarAl igual que tú también yo sigo usando la tilde tal cual me enseñaron en la escuela en el siglo pasado.
Con académicos como Cebrian (que además quiere ser su presidente) terminarán eliminando la H, las dobles L, R y la mayúscula inicial de párrafo o frase.
De vez en cuando toman decisiones difíciles de entender.
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