A nadie se le ocurre que en pleno
juicio, los familiares y amigos del acusado repentinamente comiencen
a insultar y abuchear al juez tan solo porque cabe la posibilidad de
que dice sentencia contra el reo. Lo más probable es que de esa
manera puedan predisponerlo contra su familiar o amigo.
Es lo que a menudo he pensado que
sucede en el fútbol. Si el público insulta y grita al árbitro, con
razón o sin ella, se arriesga a que éste poco a poco vaya
perjudicando a su equipo en vez de verse motivado a favorecerlo.
Claro, que hay que tener en cuenta que más de un aficionado a lo que
va a al fútbol es a desahogarse y llamar al árbitro lo que no se
atreve a su mujer, suegra y/o jefe.
Nos falta mucha picardía en ese
sentido. Por ejemplo, en Cangas de Onís ha surgido una disputa entre
el dueño de una granja y el propietario de una casa rural. Se queja
el segundo del ruido que hacen los animales y de cómo molestan a sus
clientes. Tal vez el granjero se vea ganador del juicio que se va a
celebrar próximamente. Parece un argumento de peso el que la granja
estuviera antes que la casa rural, pero lo que parece un poco
excesivo es que en una entrevista muestre a un gallo de su propiedad, que ha subastado por 650€
,
y no tenga el más mínimo recato en manifestar que el nombre del
soberbio ejemplar es “Decibelios”. Sin duda ha ido de sobrado.
Eso es dar argumentos a la parte contraria, sin duda.
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