Una de las más firmes candidatas para ser premiada con el Nobel de la Paz es Greta Thunberg. Aunque pueda ser contradictorio con esa actitud de cabreo crónico, las casas de apuestas la consideran como uno de los caballos ganadores, bueno, yeguas ganadoras.
Pero aunque parezca contradictorio, a ese premio esta niña le sacaría provecho. Una cosa ha sido la COP 25, que con eso de hacerla pasar de Chile a Madrid, le permitió trazar un triángulo rectángulo en el mapamundi que la hizo exhibirse por medio globo. Pero si el premio lo tiene que recibir en el Ayuntamiento de Oslo, desde su Suecia natal el viaje se reduce prácticamente a nada y hasta podría hacer el viaje en bicicleta, supongo que eléctrica para reducir el esfuerzo, que son poco más de 500 km.
Claro que siempre le queda la opción de que repentinamente surja algún tipo de conflicto social en Noruega y los disturbios hagan desaconsejable hacer la entrega allí, y el honorable ayuntamiento de Wellington, Nueva Zelanda, se ofrezca para recoger el evento y entonces el desplazamiento ecológico le permita recorrer los más de 17.000 km con todo el boato y despliegue de medios que corresponde a su causa.
Irá a Noruega a recoger a recoger el premio, si se lo conceden. Un país muy ecologista, pero que sigue extrayendo miles de toneladas de petróleo del Mar del Norte.
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