Al final Erdogan se ha salido con la suya y ha declarado a la catedral de Santa Sofía como mezquita, dedicada al culto. Antes estaba considerada como museo abierto al público y ahora será templo.
Supongo que el gesto le habrá valido el apoyo de los sectores religiosos y el rechazo de los laicos, ya que como suele suceder con estas cosas, es de dudar que se vaya a detener ahí.
Pero hay otro sector del que seguramente se va a labrar el más firme repudio: el económico.
Es sabido que en toda mezquita que se dedica al culto hay partes que no pueden ser visitadas por los no creyentes, esos no creyentes, visitantes de Estambul se lo pensarán mucho antes de ver un monumento en el que una parte sustancial no la va a poder visitar. Además en la zona accesible se ha procedido a tapar toda imagen o resto de la época en que el edificio fue iglesia cristiana, con lo cual menos encantos aún para el posible visitantes.
Flaco favor a la economía estambuliota, y tal vez una miaja de ayuda para la recuperación del devastado turismo español.
Ellos sabrán lo que hacen ¿o no?
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