De vez en cuando algún experto tiene a bien vaticinar cuáles van a ser las profesiones del futuro, aquellas en las que el paro va a ser menor, algo así como esos videntes que tratan de adivinar lo que va a suceder el año venidero, sólo que a más largo plazo.
Y ese largo
plazo permite que cuando llega ese futuro nadie se acuerde de esos pronósticos,
salvo, claro está, aquellos que eligieron la carrera influidos por esas opiniones.
Hasta yo me voy
a atrever a hacer de augur y discurrir cuáles pueden ser los estudios que más
fácilmente den de comer. Se me ocurre que uno puede ser Arquitectura, pero
concretamente la especializada en construir barracones y edificios que puedan
ser dedicados a la asistencia sanitaria en tiempo récord, tanto si es en
hormigón como si se trata de carpas de tela. Van a ser muy necesarios.
Lógicamente,
visto lo visto, también van a ser precisos los profesionales sanitarios, tanto
facultativos como los pertenecientes a la enfermería. Con la actual pandemia
muchos están sucumbiendo y muchos candidatos pusilánimes no se van a atrever.
No creo que en plena II Guerra Mundial muchos niños soñaran con ingresar en una
Academia Militar.
Otra opción
menos cruenta es el Derecho, va a hacer falta muchos notarios y abogados
especializados en Derecho Sucesorio ante tanto fallecimiento. La Sociedad se va
a encontrar con muchas herencias sin claros herederos por falta de testamento,
y los litigios van a ser largos y complejos. Harán falta buenos profesionales.
Y, por último,
triste pero cierto, habrá una buena demanda de todo lo relacionado con las pompas
fúnebres, teniendo en cuenta que cada vez habrá menos inhumaciones y más cremaciones,
y que los funerales serán pocos y con escasa asistencia. Más bien se demandará
rapidez, asepsia y eficacia en este mundo inhumano que este siglo XXI oscuro y
voraz nos presenta.
La verdad es que no hace falta ser un genio para saber donde van a estar las oportunidades laborales. Otra cosa es que a uno le guste o esté preparado para ello.
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